LA SINGULAR REALIDAD DE KAJII MOTOJIRŌ

Kajii Motojirô

Kajii Motojirō (1901-1932), escritor bastante desconocido fuera de las fronteras de Japón, desarrolló la mayor parte de su producción literaria a lo largo del principio de la era Shōwa (1926-1989). Su juventud, desordenada y plagada de excesos, se vio definitivamente truncada al contraer tuberculosis, enfermedad bastante extendida en su época y que acarreaba una altísima mortalidad, pues las curaciones eran porcentualmente escasas y se lograban, casi como si de milagros se tratase, a base de reposo y retiros en lugares en los que se respiraba aire puro. En el caso de Kajii, la tuberculosis le fue diagnosticada en 1920 y le condujo a una muerte prematura, tras múltiples crisis y recaídas, a la temprana edad de treinta y un años.

Dado que los relatos de Kajii suelen ser intimistas y narrados en primera persona, habitualmente se encuadra a este autor dentro del movimiento naturalista nipón, si bien su peculiar estilo hace de él un caso excepcional. Cierto es que fue influenciado hasta cierto punto por la ideología socialista y los movimientos izquierdistas de la época, pero, pese a demostrar una inquietud hacia los problemas sociales, sus obras tampoco pueden encasillarse dentro de la literatura proletaria al uso ni dentro de ninguna escuela o corriente literaria concreta. Más bien Kajii experimenta en sus obras, explora posibilidades narrativas capaces de adentrarse en el yo interior y hacerlo aflorar a través de los personajes por él creados, los cuales casi siempre se basan en el propio autor, pues los rasgos autobiográficos son más que evidentes. Así, las narraciones de Kajii, usualmente de breve extensión, reflejan con el prisma particular de su autor una realidad cotidiana distinta, cargada de matices, con sorprendentes contrastes descritos con una exuberante imaginación, destilando fantasía y sensaciones visuales que saturan los sentidos… no obstante, algunas veces esa realidad es también oprimente, asfixiante, oscura; otras, sin embargo, ofrece un rayo de esperanzadora luz capaz de hacer que la pesada existencia del protagonista se sienta, por una vez, liviana.

Entre las más conocidas obras de Kajii encontramos El limón (responsable de que aún a día de hoy se dejen limones en las estanterías de la librería Maruzen en recuerdo de su autor), Bajo los cerezos (relato que empieza con la celebérrima y contundente frase: «¡Bajo los cerezos hay cadáveres enterrados!»), Días de invierno, o Paisaje interior; pero también pequeñas joyas literarias que han permanecido inéditas en español hasta hoy, como En un pueblo con castillo, Ciénaga, En el camino, Flores de Aesculus, Pasado, Tras la nevada, Moscas de invierno, o El pergamino ilustrado de la oscuridad. Todos ellos, relatos que a buen seguro no dejarán indiferente al lector.