MUSASHINO, ODA A LA NATURALEZA DE KUNIKIDA DOPPO

Hiroshige | Musashino Plain

De entre toda la producción literaria de Kunikida Doppo, Musashino es, sin lugar a dudas, su más conocida y emblemática creación. Durante años lectura obligada en las escuelas japonesas, podría decirse que el relato se centra en la armonía entre el hombre y la naturaleza. En lo formal, Musashino combina en sus líneas múltiples géneros narrativos: diario, descripción de mapas, poemas japoneses (waka y haiku), así como citas de poemas en inglés y traducciones de prosa rusa. Además, llama también poderosamente la atención el deliberado recurso por parte del autor a resaltes tipográficos a lo largo del texto. De este modo, Musashino trasciende su mero ámbito geográfico y se transforma en trasunto de cómo entiende Doppo la escritura: no hay un único camino, sino múltiples vías para la exploración y el deleite. En cuanto a estilo compositivo, complejo y sutil a la vez, Musashino se desmarca de otros relatos de Doppo, quien dio en crear, por las características de la obra, una nueva prosa poética (shiteki-sanbun) que podría ser considerada como innovadora o experimental, según los parámetros de la época.

Musashi Plain (Musashino), from the series Famous Places in the Provinces by Totoya Hokkei ca. 1834-5

«Llanura de Musashi» (Musashino), de la serie «Lugares famosos de las provincias» de Totoya Hokkei ca. 1834-5.

Asimismo, Musashino también puso título a una antología de relatos que Doppo publicó en 1901. Las obras respondían a diversos estilos narrativos y compositivos, siendo algunos de estos relatos calificados como prosa poética, y destacando por encima de todos Musashino, considerada por su propio autor como un «poema».

La deuda de Doppo con escritores occidentales es importante, en especial, con Wordsworth y su poesía lírica, como el propio autor reconoció. También destaca como fuente de inspiración para Doppo el ruso Iván Turguénev. No obstante, al igual que otros escritores japoneses contemporáneos, Doppo también incluyó entre sus lecturas una larga lista de plumas occidentales: León Tolstói, William Cullen Bryant, el ya mencionado William Wordsworth, Thomas Carlyle, Alfred Tennyson, Oliver Wendell Holmes, George Gordon Byron, Robert Burns, Walt Witman, entre otros.

"Llanura de Musashi" (1), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

«Llanura de Musashi» (1), autor desconocido, ss. XVII-XVIII.

Musashino vio la luz por vez primera en forma seriada entre enero y febrero de 1898 en Kokumin no tomo (Amigo de la Nación), bajo el título Ima no Musashino (El Musashino de hoy), aunque posteriormente se modificó y quedó como Musashino, título con el que ya aparecería en el recopilatorio de relatos publicado en 1901 por Minyūsha y que perduraría hasta nuestros días.

El altiplano de Musashino se extiende entre las prefecturas de Tokio y Saitama y queda rodeado por tres ríos: el Tama, por el sur; el Ara, por el noreste; y el Iruma por el noroeste. A lo largo del tiempo, su vegetación ha ido sufriendo cambios. En el período Edo (1603-1868) fue roturado para el cultivo de arroz, pero nuevamente se transformó en bosque en la era Meiji (1868-1912), momento en que es descrito por Doppo.

“Llanura de Musashi” (2), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

“Llanura de Musashi” (2), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

Desde muy antiguo la planicie de Musashino ha sido citada en la literatura japonesa más temprana, pues ya en el Kojiki (712) hay una mención a un dios homónimo. En el Manyōshū (782), sin embargo, es donde encontramos la primera mención a Musashino como lugar geográfico. También en el Diario de Sarashina, escrito aproximadamente en 1060 por Sugawara no Takasue no Musume, encontramos una descripción de esta área geográfica. Además, Musashino era habitualmente asociado con fenómenos como la luna, la niebla, el rocío, la escarcha o con flores. De igual forma, Musashino también aparece en composiciones de figuras literarias posteriores, como Saigyo (1118-1190), Shinkei (1406-1475), Hattori Ransetsu (1654-1707) o Tayasu Munetake (1715-1771), entre otros.

Así pues, Musashino ha gozado de cierto predicamento como punto de referencia literario a lo largo de los siglos. No obstante, la visión de Doppo difiere de la mantenida hasta entonces y toma un camino propio: huye de convenciones, tanto en las formas como en lo descrito, pues se deleita en la contemplación del paisaje otoñal, se sumerge en el placer del paseo, disfruta cada pequeño detalle del momento y saborea la belleza atemporal de la cotidianidad.

Musashino

Fuentes:

Texto extraído de la introducción a: Kunikida Doppo, Musashino, Chidori Books, 2016.

Miyashita-Theado, K. A Study of Kunikida Doppo: “Musashino” and Three Short Stories, United States: UMI and Proquest, 2010.

Imagen destacada: «Llanura de Musashino», de Hiroshige.

LA SINGULAR REALIDAD DE KAJII MOTOJIRŌ

Kajii Motojirô

Kajii Motojirō (1901-1932), escritor bastante desconocido fuera de las fronteras de Japón, desarrolló la mayor parte de su producción literaria a lo largo del principio de la era Shōwa (1926-1989). Su juventud, desordenada y plagada de excesos, se vio definitivamente truncada al contraer tuberculosis, enfermedad bastante extendida en su época y que acarreaba una altísima mortalidad, pues las curaciones eran porcentualmente escasas y se lograban, casi como si de milagros se tratase, a base de reposo y retiros en lugares en los que se respiraba aire puro. En el caso de Kajii, la tuberculosis le fue diagnosticada en 1920 y le condujo a una muerte prematura, tras múltiples crisis y recaídas, a la temprana edad de treinta y un años.

Dado que los relatos de Kajii suelen ser intimistas y narrados en primera persona, habitualmente se encuadra a este autor dentro del movimiento naturalista nipón, si bien su peculiar estilo hace de él un caso excepcional. Cierto es que fue influenciado hasta cierto punto por la ideología socialista y los movimientos izquierdistas de la época, pero, pese a demostrar una inquietud hacia los problemas sociales, sus obras tampoco pueden encasillarse dentro de la literatura proletaria al uso ni dentro de ninguna escuela o corriente literaria concreta. Más bien Kajii experimenta en sus obras, explora posibilidades narrativas capaces de adentrarse en el yo interior y hacerlo aflorar a través de los personajes por él creados, los cuales casi siempre se basan en el propio autor, pues los rasgos autobiográficos son más que evidentes. Así, las narraciones de Kajii, usualmente de breve extensión, reflejan con el prisma particular de su autor una realidad cotidiana distinta, cargada de matices, con sorprendentes contrastes descritos con una exuberante imaginación, destilando fantasía y sensaciones visuales que saturan los sentidos… no obstante, algunas veces esa realidad es también oprimente, asfixiante, oscura; otras, sin embargo, ofrece un rayo de esperanzadora luz capaz de hacer que la pesada existencia del protagonista se sienta, por una vez, liviana.

Entre las más conocidas obras de Kajii encontramos El limón (responsable de que aún a día de hoy se dejen limones en las estanterías de la librería Maruzen en recuerdo de su autor), Bajo los cerezos (relato que empieza con la celebérrima y contundente frase: «¡Bajo los cerezos hay cadáveres enterrados!»), Días de invierno, o Paisaje interior; pero también pequeñas joyas literarias que han permanecido inéditas en español hasta hoy, como En un pueblo con castillo, Ciénaga, En el camino, Flores de Aesculus, Pasado, Tras la nevada, Moscas de invierno, o El pergamino ilustrado de la oscuridad. Todos ellos, relatos que a buen seguro no dejarán indiferente al lector.