LAFCADIO HEARN, UN CORAZÓN JAPONÉS

Lafcadio Hearn

Lafcadio Hearn nació el 27 de junio de 1850 en Léucade, isla jónica de la que tomará su nombre. Era hijo de Rosa Antonia Kassimati, una joven griega de Citera, y de Charles Hearn, cirujano militar de origen irlandés. Abandonado por sus progenitores, quedó huérfano siendo todavía un niño, por lo que se crió bajo la tutela de una tía abuela, que buscó para él una carrera eclesiástica, por la que el joven Hearn no sentía verdadera inclinación. No obstante, la educación recibida y una infancia desdichada (durante la cual perdería por un accidente la visión de su ojo izquierdo) insuflarían en él desde muy pronto el gusto por la lectura y por los seres fantásticos.

Comandante Charles Bush Hearn (padre de Hearn)

Comandante Charles Bush Hearn (padre de Hearn)

1858. Lafcadio Hearn, con unos 8 años de edad, junto a su tía abuela Sarah Holmes Brenane (1793-1871) en Dublin.

1858. Lafcadio Hearn, con unos 8 años de edad, junto a su tía abuela Sarah Holmes Brenane (1793-1871) en Dublin.

Con diecinueve años, Lafcadio Hearn partió a Estados Unidos en busca de fortuna. Trabajó allí para varias publicaciones como corrector y periodista, así como traductor y escritor, en Cincinnati, Nueva Orleans, Nueva York, y en la Martinica, demostrando siempre gran interés por la diversidad cultural de los lugares donde vivió. Prueba de ello es que, a pesar del rechazo que en la sociedad de aquel entonces provocara, contraerá matrimonio, el 14 de junio de 1874, con Alethea Foley, joven afroamericana de Cincinnati, aunque la unión no duraría mucho y terminaron por separarse tres años después.

Lafacadio Hearn, 1873

Edificio de Nueva Orleans en el que Lafcadio Hearn vivió en una habitación alquilada entre 1881-87.

Edificio de Nueva Orleans en el que Lafcadio Hearn vivió en una habitación alquilada entre 1881-87.

1889. Lafcadio Hearn, fotografiado por Frederick F. Gutekunst Jr. (1831-1917) en Philadelphia.

1889. Lafcadio Hearn, fotografiado por Frederick F. Gutekunst Jr. (1831-1917) en Philadelphia.

En 1890, con cuarenta años y hastiado de la mentalidad norteamericana, aceptó un trabajo que lo llevaría hasta el exótico Japón, tierra por la que se sintió fascinado y que se convertiría en su verdadero hogar. Lograría una plaza de profesor en Matsue, localidad donde hoy se ubica, en la que fuera su residencia, el Museo dedicado a su memoria.

Hearn posando entre un grupo de estudiantes.

Durante los quince meses que permaneció en Matsue, Hearn contrajo matrimonio con Koizumi Setsuko, joven perteneciente a una familia samurái local. Junto a ella, Lafcadio Hearn alcanzaría estabilidad y tendría cuatro hijos. Además, adoptó de su familia política el apellido para su nuevo nombre japonés: Koizumi Yakumo.

1892. Retrato de Lafcadio Hearn y Setsu Koizumi en Kumamoto, por Rihei Tomishige (1837-1922).

1892. Retrato de Lafcadio Hearn y Setsu Koizumi en Kumamoto, por Rihei Tomishige (1837-1922).

1896. Lafcadio Hearn con su esposa Setsu y su primer hijo Kazuo, en Kobe, fotografía de Sōta Ichida (1843-1896).

1896. Lafcadio Hearn con su esposa Setsu y su primer hijo Kazuo, en Kobe, fotografía de Sōta Ichida (1843-1896).

Kazuo (hijo mayor de Hearn) y su niñera.

Kazuo (hijo mayor de Hearn) y su niñera.

Kazuo (hijo mayor de Hearn), con unos 7 años de edad

Kazuo, con unos 7 años de edad.

Kazuo (con unos 17 años).

Kazuo, cuando contaba aproximadamente 17 años de edad.

Kazuo e Iwao, hijos mayores de Hearn.

Kazuo e Iwao, hijos mayores de Hearn.

Los tres hijos de Lafcadio Hearn en el balcón de la casa frente a la oficina del distrito en Nishi Okubo Tokio.

Los tres hijos de Lafcadio Hearn en el balcón de la casa frente a la oficina del distrito en Nishi Okubo Tokio.

Hijos de Hearn, ya en edad adulta. En la primera fila desde la izquierda: el tercer hijo, Kiyoshi; el segundo hijo, Iwao; el hijo mayor, Kazuo; detrás, su hermana pequeña Suzuko.

Los hijos de Hearn, ya en edad adulta. En la primera fila desde la izquierda: el tercer hijo, Kiyoshi; el segundo hijo, Iwao; el hijo mayor, Kazuo; detrás, la hija pequeña, Suzuko.

Hearn trabajó como periodista y docente, y en 1896 pasó a enseñar Literatura Inglesa en la Universidad Imperial de Tokio, puesto que mantendría hasta 1903, fecha en la que dimitió. Poco después fallecería, víctima de un paro cardíaco, el 26 de septiembre de 1904, a la edad de 54 años. Dejaba tras de sí obras tan emblemáticas como Glimpses of Unfamiliar Japan (1894), Kokoro: Hints and Echoes of Japanese Inner Life (1896), Gleanings in Buddha-Fields: Studies of Hand and Soul in the Far East (1897), In Ghostly Japan (1899), Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things (1903), Japan: An Attempt at Interpretation (1904), o The Romance of the Milky Way and other studies and stories (1905), obra póstuma publicada un año después del fallecimiento de su autor.

Funeral de Lafcadio Hearn

Funeral de Lafcadio Hearn

Hearn se transformará, así, en el mejor intérprete de las tradiciones y cultura niponas y en su gran difusor en Occidente. Sus obras constituirán un valioso legado que nos hablará sobre mitología, costumbres y tradiciones del viejo Japón, ese Japón plenamente inmerso en la frenética modernización que trajo consigo la Restauración Meiji (1968-1912).

1891. Lafcadio Hearn, en Matsue, en su primer 'Shogatsu', Año Nuevo.

1891. Lafcadio Hearn, en Matsue, en su primer ‘Shogatsu’, Año Nuevo.

 

Fuentes/Para saber más:

http://www.matsue-tourism.or.jp/yakumo/

http://www.japan-guide.com/e/e4505.html

http://www.japanvisitor.com/japan-museums/lafcadio-hearn-museum-kumamoto

http://www.ajhw.co.uk/books/book472/book472a.html#fp410

http://sumus.exblog.jp/19927993

http://www.kythera-family.net/index.php?nav=117-118&did=22246

https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Lafcadio_Hearn%27s_Old_Residence_in_Matsue?uselang=ja

http://espritjapon.com/voyages.php?2015072600

http://www.japantimes.co.jp/life/2014/09/20/lifestyle/lafcadio-hearn-japanese-thru-tru/#.WVKachPyjq0

CRECER: CAMINO HACIA LA MADUREZ, RETRATO DE UNA ÉPOCA

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Contamos hoy en esta casa con la colaboración especial de Ana Romero, editora y filóloga especialista en literatura comparada y teoría literaria. Estudió fenomenología de la lectura en la Universidad de Berkeley y ha ejercido como docente en la Universidad Pompeu Fabra. Es profesora de literatura y cultura tradicional japonesa en Casa Asia, y está a cargo de la editorial La mano cornutta. 

 

Podemos leer literatura japonesa en ebooks y en español. No te lo pierdas.

Nuestra recomendación es que te acerques a Crecer, de Higuchi Ichiyô. Una de las obras maestras de la literatura de la era Meiji y una obra imprescindible para la literatura japonesa moderna.

La edición española de Crecer, publicada por Chidori Books, reúne la «nouvelle» del mismo título y una serie de relatos breves de esta autora, a la que podríamos llamar la Rosalía de Castro japonesa por su comprensión del alma humana y su compasión y cercanía a las clases populares. La novela breve Crecer narra el paso de la infancia a la vida adulta en un grupo de niños de los barrios populares de Tokio, cercanos al gran barrio del placer y a las casas de prostitución de la época. Niños que juegan a hacer rastrillos de papel para ganarse unas perras, niñas que juegan con sus últimas muñecas mientras las obligan a cambiar de kimono, mayores que les riñen o abrazan sin poderles explicar su dolor. Es un friso colorista de los mundos y oportunidades de vida que, a finales de la era Meiji, se les abrían –o cerraban– a las personas en función de su origen social y, por supuesto, de ese gran dios, el dinero. Don dinero, ese poderoso señor, transformaba los modos de relación de una sociedad antigua, que gradualmente había abandonado el rígido sistema de castas medieval y contemplaba por vez primera la posibilidad real de la movilidad social en las ciudades gracias a la educación y el trabajo. En el seno de la trama de Crecer, una delicada historia de amor, la de la niña Midori y el niño Nobu, destinados a convertirse de mayores, respectivamente, ella en geisha y él en abad de un monasterio, sin poder seguir a su corazón. Crecer nos demuestra que, a pesar de la introducción de la educación universal para todas las clases sociales y de los nuevos conceptos europeos de ciudadanía implementados por la Restauración Meiji, la sociedad japonesa tardaría mucho en cambiar en cuanto a la libertad humana.

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La novela apunta el deseo humano de escapar a un destino socialmente determinado, pero recoge luego las velas de esa aspiración y culmina en una retirada vital de los caminos de la felicidad posible. Sin un pensamiento religioso que pudiera atrapar a los personajes en una noción estrecha del destino o la fatalidad, los protagonistas de Crecer se enfrentan a sus dilemas existenciales de manera casi inconsciente, con una suave aceptación y un modo de resignación melancólica que sería tentador calificar de budistas por el contexto cultural del que emergen. No obstante, la conciencia de la autora no es necesariamente la de una religiosidad oriental sino la de una «ética de la compasión», tan patente en todos los grandes escritores «modernos» desde Tolstoi o Victor Hugo a Flaubert o Henry James, pasando por Galdós o la propia Rosalía de Castro. Higuchi Ichiyô es fundamentalmente una escritora que comprende la vida humana y lo hace a través de sus personajes, en este caso enmarcados en los avatares específicos del Japón de la era Meiji o del paso de la infancia a la adolescencia en una sociedad tremendamente estricta en cuanto a sus ritos de paso.

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El resto de los cuentos incluidos en esta edición nos permiten ampliar esta emotiva visión con argumentos «menores», como el intento de divorcio de una mujer o las deudas y los castigos a las sirvientas. Lo que resulta singular de esta autora es la ternura y sensibilidad con que gradualmente dibuja la trama hacia un destino ciertamente inescapable. Lo que es magistral en Ichiyô (la primera hoja, el que fue su nombre de pluma) es el suspense y el lirismo con que lo que parece insignificante anuncia un futuro que se nos avecina. Aquí no hay melodramas a la Tanizaki, ni morbidez a la Kawabata, ni angst a la Mishima, sino una inocencia primordial. Un cierto maullido de esperanza ante la injusticia –como el de un gatito que se lamentara– enunciados desde lo innombrado y la indeterminación.

©Ana Romero

 

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EL HYAKUNIN ISSHU

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

A Fujiwara no Teika (1162-1241), también conocido como Fujiwara no Sadaie, crítico literario y refinado poeta del período Kamakura (1185-1333), debemos la compilación, en torno al año 1235, de una de las más importantes antologías de waka, o poesía japonesa de 31 sílabas: el Hyakunin isshu (Cien poetas, cien poemas). La antología en ocasiones también es citada como Ogura hyakunin isshu, título debido al Ogura, monte cercano a Kioto en el que Teika poseía una casa de campo y en la que parece que compuso la obra. Según Donald Keene, tal fue la relevancia de esta compilación que ha sido, desde principios de la época Tokugawa (1603-1868) hasta tiempos muy recientes, una de las fuentes de conocimiento principales de la poesía clásica nipona, suponiendo, a la vez, una trascendental influencia para los gustos estéticos y poéticos japoneses hasta el mismo siglo XX.

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El origen de la compilación, según se desprende del diario de Teika, al parecer, no se debe a una petición imperial, como sucediera con otras antologías poéticas, sino a la solicitud del suegro de Tameie, hijo mayor de Teika. De esta manera, Fujiwara no Teika no solo se encargó de seleccionar un poema de cada uno de los más insignes poetas comprendidos entre el s. VII y el XIII y entre los que también se incluye el propio compilador, sino que, además, los caligrafió en shikishi (papel de 17 por 20 centímetros) con el objeto de cubrir con ellos un biombo móvil. El Hyakunin Isshu, sin embargo, no queda totalmente desvinculado de la exaltación de la divinidad del emperador, propia de las compilaciones imperiales, ya que muchas de las composiciones de las que consta esta antología se extrajeron de algunas de las colecciones anteriores encargadas por orden imperial —como el Kokinshū (905), por citar alguna de las más conocidas—, además de contar con poemas compuestos tanto por emperadores como por emperatrices. 

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

Dejando a un lado su relevancia literaria, el Hyakunin isshu es esencial para el juego de uta karuta, al que debe parte de su popularidad. El origen de la palabra karuta se remonta a principios del s. XVII, cuando los portugueses introdujeron en Japón las cartas occidentales, más en particular, la baraja española de cuarenta y ocho naipes. A pesar de ello, el juego de karuta, típico de Año Nuevo, recuerda poderosamente a otro tradicional entretenimiento japonés previo a la llegada de los occidentales: el kai-ōi, o juego de emparejar conchas. El sistema de juego de karuta es como sigue: un orador recita la primera parte de uno de los cien poemas del Hyakunin isshu, y los jugadores (normalmente dos, aunque pueden ser más) deben encontrar entre las cartas expuestas aquella que case con el principio del poema recitado. Los jugadores, como es de suponer, deben conocer de memoria cada uno de los cien poemas de la colección, de forma que cuanto mayor sea su dominio, mejores jugadores serán, pues los más diestros pueden reconocer un poema con tan solo escuchar las primeras sílabas.

Pese a que existen innumerables ediciones del Hyakunin isshu, aquí mencionaremos, por su particularidad, la adaptación al manga y al anime que de este clásico ha realizado Kei Sugita, a cuya autoría debemos las ilustraciones que acompañan el presente artículo.  La serie, bajo el título de Chōyaku hyakunin isshu: uta koi (超訳百人一首うた恋) se ha venido publicando desde 2010 por la editorial Media Factory y cuenta, a su vez, con una versión anime en trece capítulos, producida por TYO Animaciones bajo la dirección de Kenichi Kasai.

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

Si bien es verdad que este josei supone una adaptación muy libre del Hyakunin isshu, no es menos cierto que también puede constituir un sugerente primer acercamiento a uno de los clásicos de la literatura japonesa por excelencia, así como a las costumbres y convenciones sociales de la época Heian (794-1185), pues a lo largo de sus páginas y capítulos veremos desfilar a algunas de las primeras figuras de uno de los momentos de mayor esplendor y exquisitez de la literatura nipona.

Ch Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

Amores imposibles, efímeras existencias y apasionados idilios inspirarán los más delicados poemas, que encontraremos interpretados en Chōyaku hyakunin isshu: uta koi de boca de sus propios compositores, como Ariwara no Narihira (825-880), uno de los Seis Inmortales Poetas (Rokkasen). Considerado la encarnación del galán ideal de la época por su talento y apostura, sus aventuras amorosas no solo se convertirían en el eje central del Ise Monogatari, sino que también constituiría el principal modelo en el que se basó el príncipe Hikaru Genji, protagonista del Genji Monogatari, la monumental obra de Murasaki Shikibu (ca. 973/978 – ca. 1014/1031), escritora que también aparece en la serie de Kei Sugita, junto a Sei Shōnagon (ca. 966-1017/1025), autora de El libro de la almohada, la poetisa Ono no Komachi, Ariwara no Yukihira, Fujiwara no Yoshitaka, Yoshimine no Munesada (Henjō), Fun’ya no Yasuhide… y, cómo no, también el propio compilador de este clásico inmortal, Fujiwara no Teika.

Fuentes

Ilustraciones © Kei Sugita

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi (超訳百人一首うた恋): http://www.utakoi.jp/index.html

Fujiwara no Teika (ed.), Bermejo, J. M. y Herrero, T. (trad. e intr.), Cien poetas, cien poemas: Hyakunin Isshu (Antología de poesía clásica japonesa), Madrid: Ediciones Hiperión, 2006.

Fujiwara no Teika (ed.), Hammer, L. (trad.), One Hundred People, One Poem Each, Tucson, Arizona: Cholla Bear Press, 2011.

Keene, D., Seeds in the Heart: Japanese Literature from Earliest Times to the Late Sixteenth Century, (History of Japanese Literature , v. I), New York: Columbia University Press, 1999.

Mas López, J. (trad. y ed.), Cuentos de Ise, (Pliegos de Oriente, serie Lejano Oriente), Madrid: Editorial Trotta, 2012.

Hyakunin isshu: http://www.wdl.org/es/item/2929/

SUSANO-O: DIOS TEMIBLE Y PRIMER POETA DE JAPÓN

Susano-o Killing the Dragon by Torii Kiyomitsu

De la purificación de la nariz de Izanagi tras su regreso del País del Yomi, esto es, del País de las Tinieblas donde moraba su fallecida esposa Izanami, nacerá el dios Take-haya-susa-no-o-no-mikoto, hermano menor de la diosa Ama-terasu-ô-mi-kami y de Tsuku-yomi-no-mikoto, engendrados, a su vez, a partir del ojo izquierdo y derecho, respectivamente, de Izanagi. A cada uno de los tres dioses se les asignarán diferentes esferas de poder, y así, si Amaterasu, diosa del sol, gobernará sobre los cielos y la luz, y su segundo hermano Tsukuyomi será el dios de la luna y la noche, Susano-o será quien domine los mares. Sin embargo, semejante reparto de atribuciones no sería del agrado de Susano-o, dios poderoso y temperamental, que entre estruendosos llantos expresará su deseo de ir al “País de las Raíces”, o mundo subterráneo, tal vez asociado con el País de las Tinieblas, donde mora Izanami. Esta será la razón por la que Susano-o será desterrado por su padre.

The_Entrance_to_Underworld_bentrance to Yomi (the Japanese underworld) called Yomotsu Hirasaka is located in the eastern part of Matsue.

Yomotsu Hirasaka, la entrada a la tierra del Yomi, sellada por Izanagi y, según la leyenda, ubicada en Matsue.

No obstante, antes de abandonar el mundo de los dioses, Susano-o, quiso despedirse de Amaterasu. Esta, conociendo el carácter pendenciero de su hermano, y oyendo cómo ascendía retumbando y haciendo gala de su fiereza, se asustó, por más que Susano-o manifestó que venía en son de paz. Para demostrarlo, el dios le propuso hacer un conjuro, del que nacieron, aunque con variantes según las fuentes, tres deidades femeninas, y cinco masculinas, que confirmaron las buenas intenciones del dios. A pesar de ello, Susano-o, dejándose llevar por la jactancia y por su carácter irritable, provocará grandes daños con sus desmanes: destruirá cultivos, dañará linderos y contaminará los altares destinados a las ofrendas de las primeras cosechas. A estas fechorías sumará una nueva afrenta, pues irrumpe en la sala donde su hermana Amaterasu estaba confeccionando una túnica de ofrenda a los dioses y, desde un agujero practicado en la cumbrera, desollará al revés a un celestial caballo pío y lo arrojará al interior de la sala. Según los textos originales, no se esclarece del todo si es el caballo o su piel lo que lanza el dios al interior de la estancia, aunque la opción más plausible es que se trate de la piel del animal. Sea como fuere, ante tales sucesos, según el Kojiki, la diosa que ayudaba a Amaterasu, Wakahirume, resultará muerta.

Takachiho

Amano Iwato Jinja en la cueva de Amano Yasukagawa, garganta de Takachiho (Kyûshû)

Las malas acciones de Susano-o traerán como consecuencia la contaminación y que Amaterasu se esconda despavorida en la Casa Rocosa del Cielo (tradicionalmente identificada como la cueva de Amano Yasukagawa, en las proximidades de la garganta de Takachiho, en donde se puede visitar el santuario de Amano Iwato –Amano Iwato Jinja-), lo que hará que la oscuridad se instaure tanto en el Altiplano del Cielo como al País Central de Ashihara, es decir, tanto en el mundo de los dioses como en el de los humanos.

Para salvar a ambos mundos de las tinieblas, los dioses urdieron un plan para engañar a Amaterasu, que llevada de la curiosidad por el alboroto festivo que venía desde el exterior de la cueva, se asomó y, sorprendida con su propio reflejo en un espejo, fue obligada a abandonar su encierro, de manera que se restableció la luz en el mundo. El espejo, Yata-no-Kagami, se convertiría en uno de los Tres Tesoros de la Casa Imperial.

Amaterasu saliendo de la cueva

Amaterasu saliendo de su encierro en la cueva.


Entonces, los dioses deliberaron, e impusieron como castigo a Susano-o el harahe (purificación o destierro): lo obligaron a cortarse las uñas y la barba, y lo expulsaron del Altiplano del Cielo. Fue así como Susano-o llegó a un lugar por nombre Torikami, en el curso superior del río Hi, en la provincia de Izumo. Al ver unos palillos (importación cultural de origen chino) ser arrastrados por la corriente de agua, comprendió que había presencia humana en la región. Fue así como encontró a una pareja de ancianos que lloraban sin consuelo, que no eran sino las divinidades terrenales Oho-yama-tsu-mi-no-kami, también conocido como Ashi-na-zuchi, y su esposa Te-na-zuchi, padres de Kushi-nada-hime, la última de sus ocho hijas y única superviviente de su progenie, víctima del monstruo de ocho cabezas llamado Yamata-no-Orochi, quien año tras año aparecía reclamando a una de las muchachas como sacrificio.

Ashi-na-zuchi y Te-na-zuchi, padres de Kushi-nada-hime, junto a Susano-o, obra de Toyohara Chikanobu.

Ashi-na-zuchi y Te-na-zuchi, padres de Kushi-nada-hime, junto a Susano-o, obra de Toyohara Chikanobu.

Ante su pregunta, la respuesta que obtuvo Susano-o sobre qué aspecto tenía el monstruo, fue la siguiente:

Sus ojos son rojos como cerezas, de su tronco salen ocho cabezas y ocho colas y la piel está recubierta de musgo, cipreses y pinos. La longitud de su cuerpo se extiende por ocho valles y ocho montañas. Y su vientre, cuando lo muestra, rezuma sangre y está hinchado.*

En cuanto a la descripción de la terrible criatura, las cerezas con que se compara a sus ojos parece que se refieren a una especie de alquejenje. Asimismo, resalta también la constante repetición del número ocho, cifra recurrente como símbolo de la totalidad, de la omnipresencia.

Tsukioka Yoshitoshi Title-Susanoo no mikoto. Date-[188-]

Susano-o no mikoto de Tsukioka Yoshitoshi.

Susano-o pidió, a cambio de matar al monstruo, que Kushi-nada-hime se convirtiera en su esposa, y, así, con la promesa de la mano de la joven concedida y después de transformar a la muchacha en una peineta que colocó en sus cabellos, ideó un plan para acabar con el monstruo: ordenó a Ashi-na-zuchi y Te-na-zuchi que prepararan aguardiente fermentado ocho veces (dado el verbo empleado en los textos originales, kamu, que significa masticar, muy posiblemente se refiera a un tipo de fermentación muy antiguo en que se conseguía la transformación del cereal gracias a las enzimas presentes en la saliva, con que se impregnaba al masticarse) y levantaran una verja en círculo con ocho puertas; en cada una de las aberturas, se colocaría un barril con el licor fermentado.

Susano-o no Mikoto by Kawanabe Kyōsai

Susano-no-Mikoto de Kawanabe Kyôsai

De este modo, cuando apareció la serpiente de ocho cabezas, fue atraída por el aguardiente, que bebió hasta caer ebria, momento que aprovechó Susano-o para cercenar las ocho cabezas del monstruo, de manera que el río Hi bajó teñido en sangre. La mención a las aguas rojas del río quizá aluda a las características de la región, rica en yacimientos de hierro y famosa, por este motivo, como uno de los más importantes centros productores de espadas de la antigüedad del país; asimismo, el mito también podría tener relación con el dominio de las aguas de un río que acostumbraba a crecer y asolar las zonas próximas a sus riberas.

Muerto el animal, Susano-o se dispuso a cortar su tronco, pero para su sorpresa, dañó el filo de su espada. Intrigado al haber mellado el arma, introdujo su punta en el cuerpo inerte. Ante su asombro, halló una extraordinaria espada en su interior, conocida por el nombre de Kusanagi-no-Tsurugi (“Segadora de Hierba”. Ante lo singular del hallazgo, Susano-o consideró oportuno entregar la espada a su hermana Amaterasu. Algunos estudiosos opinan que esta entrega de la que será uno de los Tres Tesoros de la Casa Imperial (junto al espejo y la joya Yasakani-no-Magatama), la espada Kusanagi, a Amaterasu, divinidad tutelar del estado de Yamato, no es sino una representación explicativa y justificativa de la sumisión de Izumo, bajo la tutela de Susano-o, a Yamato, cuya dinastía gobernante se impondrá en el resto del incipiente país.

Una vez entregada la espada, Susano-o se instalará en Suga. Allí, ante la visión de su palacio recién construido, creará el que es tradicionalmente considerado primer poema japonés (waka), composición que convertirá a Susano-o en el primer poeta nipón.

Ya-kumo tatsu / Izumo ya-he-gaki / Tsuma gomi ni / Ya-he-gaki tsukuru / Sono ya-he-gaki wo ** 

Hay ocho nubes / en palacio de Izumo, / el de ocho vallas, / donde mora mi esposa, / de ocho vallas guardada.***

No obstante, pese a que el poema figura tanto en el Kojiki como en el Nihon Shoki, su nítida estructura de 5-7-5-7-7 sílabas hace pensar que se trata de una adición tardía a los textos originales. La significación del poema, por su parte, se ha venido ligando, según los estudiosos, con algún sentido ritual en tanto plegaria propiciatoria, bien para desear parabienes a los recién casados, bien para colmar a la casa que se construye de bendiciones. Sea como fuere, Susano-o desposó a Kushi-nada-hime, de cuya unión nacería una numerosa descendencia.

 

Fuentes:

Naumann, N., Antiguos mitos japoneses, Barcelona: editorial Herder, 2008.

Rubio, C. y Tani Moratalla, R. (trad.), Kojiki: Crónicas de antiguos hechos de Japón, Madrid: editorial Trotta, 2012.

* Ibídem, p. 78.

** Ibídem, p. 259.

***Ibídem, p. 80.

Imagen destacada: Susano-o matando al monstruo de Torii Kiyomitsu

Foto cueva entrada al Yomi en Matsue:  http://www.visit-matsue.com/discover/southern_matsue.html

Foto cueva de Takachiho: http://blog.needsupply.com/2015/02/15/takachiho-gorge-japan/

UN PASEO POR EL ZOO DE UENO

Estatua Panda

Para responder a quien se pregunte qué relación puede tener el Zoo de Ueno, ubicado en el parque del mismo nombre, en pleno corazón de Tokio, con la literatura, aclararemos que el zoológico tokiota es el escenario de uno de los pasajes más cruciales de El todopoderoso Shikaku, novela de Naoko Tanigawa y de reciente publicación en esta casa.

Mapa del Zoo Ueno

El Zoo de Ueno es el más antiguo de Japón. Inaugurado en 1882, en la actualidad ocupa una extensión de más de 14 hectáreas y da cobijo a más de 2.600 animales de 464 especies, entre las que se encuentran representados desde ejemplares de fauna autóctona hasta especies muy raras o en peligro de extinción (como el oso panda), en cuya preservación se pone especial cuidado.

Shin-Shin

Oso panda

macaco japonés 1

Macaco japonés

Jirafa y rinoceronte

Perrillos de las praderas

Pingüino

Entre los edificios del zoológico destacan dos. Por un lado, la casa para la ceremonia del té de Tôdô Takatora (1556-1630), daimyô de origen humilde que ascendió jerárquicamente de manera vertiginosa gracias a su servicio a los clanes Hideyoshi y Tokugawa, bajo cuyo auspicio logró convertirse en señor de Imabari y de Tsu. Erigida, pues, la casa de té en el siglo XVII en honor de Tokugawa Ieyasu (1543-1616), el edificio recibió a los shogunes que acudían al santuario Tôshôgû para el culto. 

Asimismo, también pertenece a la misma época una pagoda de cinco pisos, levantada en 1631, reconstruida tras su destrucción por un incendio y propiedad del templo Kan’ei-ji hasta 1958, fecha en que fue cedida al Gobierno Metropolitano de Tokio, que a su vez delegó su gestión en el Zoo de Ueno.

Pagoda

Por último, no podemos dejar de mencionar otra de las infraestructuras más emblemáticas del Zoo: el monorraíl, primer tren de esta clase del país, que comunica la zona oriental y occidental del parque zoológico.

Monorraíl

Fuentes principales:

Zoo de UenoZoo Ueno en españolestatuas de pandas, Shin-Shinoso panda 2, macaco japonés 1, macaco japonés 2jirafa y rinoceronteperrillos de las praderaspingüinopagodamonorraíl.

Todos los derechos y el copyright de las fotos pertenecen a sus respectivos propietarios.

LA ESTANCIA DE SÔSEKI EN KUMAMOTO

Natsume Sôseki

Tras un año de estancia en la localidad de Matsuyama, en la isla de Shikoku, Natsume Sôseki tomaría la decisión de trasladarse a Kumamoto, en la isla de Kyûshû, para ocupar un puesto de profesor de inglés en la Quinta Escuela Superior de la ciudad, hoy transformada en Museo Memorial dentro de la Universidad de Kumamoto y designada Patrimonio Cultural Nacional. Sôseki viviría en Kumamoto entre 1896 y 1900 desempeñando su actividad docente hasta que marchara a Londres becado por el Gobierno nipón para perfeccionar su inglés.

Quinta Escuela Superior en la época de Sôseki:

Fifth High School

Y en la actualidad:

Quinta Escuela Superior-Universidad Kumamoto

Sôseki, junto a sus alumnos:

Natsume Soseki con algunos de sus alumnos

Aspecto que en la época tenían las aulas de clase:

Clase como estaría en época de Sôseki

Fue también Kumamoto donde el escritor, con treinta años de edad, contraería matrimonio en junio de 1896 con Nakane Kyôko, aunque la convivencia en pareja no sería fácil. A lo largo de esos poco más de cuatro años de permanencia en Kumamoto, Sôseki y y su familia vivieron en diversas residencias, de las que aún hoy perviven algunas en un estado de conservación que muy poco ha variado desde la época en que Sôseki las habitara. Destaca especialmente la que sería su quinta residencia, vivienda de nombre Uchitsuboi Old House, que sería la favorita de su mujer Kyôko y en la que nacería, el 31 de mayo de 1899, Fudeko, primera hija del escritor.

Fudeko, en brazos de su madre:

Fudeko con su madre

Uchitsuboi Old House: 

Casa de Sôseki en Kumamoto 3

Casa de Sôseki en Kumamoto

Engawa

Asimismo, la estancia en Kumamoto sirvió de inspiración a Sôseki, pues una de sus visitas al próximo balneario costero de Oama, en el distrito de Tamana, se transformaría, oculto tras el nombre ficticio de Nakoi, en el escenario de su novela “Almohada de hierba” (Kusamakura, 1906), por cuyos idílicos parajes pasearía en busca de inspiración el protagonista de la denominada por su propio autor “novela-haiku”. Maeda Tsuna, la segunda hija del anfitrión del escritor, el político Maeda Kagashi, sería en quien se basaría Sôseki para crear a Nami, la protagonista femenina, de extraordinario carácter, de «Almohada de hierba».

Maeda Kagashi:

Maeda Kagashi

Maeda Tsuna:

Maeda Tsuna

Baños restaurados de la Casa Maeda, escenario de uno de los más memorables pasajes de «Almohada de hierba»:

Baños Casa Maeda

Baños Casa Maeda 2

Baños Casa Maeda 3

Baños Casa Maeda 4

Bosques cercanos a Oama:

Tensuimachi, Oama, Kumamoto

Kumamoto, Nishi-ku, Kawachi-cho

Vistas desde Kusamakura Onsen Tensui, de Oama:

Kusamakuraonsen Tensui_caption

Fuentes/Para más información:

Asahi Shinbun:

http://ajw.asahi.com/article/behind_news/social_affairs/AJ201503030006

http://www.asahi.com/articles/photo/AS20141108002761.html

http://www.asahi.com/topics/word/%E6%BC%B1%E7%9F%B3%E3%82%92%E8%A8%AA%E3%81%AD%E3%82%8B.html

Universidad de Kumamoto: http://ewww.kumamoto-u.ac.jp/en/

Trangsformation: http://www.trangsformation.com/

Mapcarta: http://mapcarta.com/16046458/Photos

Kusamakura Onsen Tensui: http://www.kusamakura.jp/kusa_on/

HIGUCHI ICHIYÔ: UNA VIDA EN IMÁGENES

Higuchi Ichiyô

Presentamos un breve y sucinto recorrido visual por la vida de Higuchi Ichiyô (1872-1896). No son muchas las fotografías que de esta autora o de su entorno han sobrevivido al paso del tiempo, pero hemos intentado reunir los más significativos registros gráficos o, en todo caso, los que más nos han llamado la atención.

Foto familiar, junto a su madre Taki (centro) y su hermana Kuniko (izquierda):

Foto familiar de Ichiyô junto a su madre y hermana

 

Foto de las alumnas del centro de estudios Hagino-ya, febrero 1887. Ichiyô, de unos 14 años de edad, es la tercera desde la izquierda, en la última fila; justo delante de ella, una fila más abajo, se encuentra Miyake Kaho (1863-1943), compañera que sirvió a Ichiyô como modelo de joven escritora de éxito:

Ichiyô junto a las alumnas del Haginoya

 

Detalle de la foto anterior:

Ichiyô en el centro, a los 14 años de edad

 

Nakajima Utako (1845-1903), profesora y responsable de la escuela Hagino-ya, centro donde Ichiyô estudió y trabajó, y foto tomada en 1935 del hoy desaparecido edificio:

Nakajima Utako  Haginoya 1935

 

 

 

 

 

 

 

Nakarai Tôsui (1861-1926), mentor de Ichiyô y gran amor de la escritora, pese a que nunca fue correspondida por él:

 

Nakarai Tôsui

 

Carta de Ichiyô a Nakarai:

Carta a Nakarai de Ichiyô

 

Takekurabe (Crecer), obra cumbre de Ichiyô:

Takekurabe

 

Escritorio de Ichiyô:

Escritorio Higuchi Ichiyô

 

 

Panorámica antigua (desconocemos en qué año fue tomada la foto) de Kikuzaka-chô, en Hongô (Bunkyô-ku, Tokio), zona a la que Ichiyô, con 18 años y tras la muerte de su padre, se mudó junto con su hermana y su madre, cuando la precariedad económica familiar era ya una realidad:

Hongo_Kikuzaka-cho_2012040109045313e

 

Paseo por las mismas calles en la actualidad:

 

 

 

 

 

 

 

ITÔ SACHIO, UNA APROXIMACIÓN

Itô Sachio

Itô Sachio (1864-1913) vino al mundo, con el nombre original de Kôjirô, en la prefectura de Chiba, en el seno de una familia de origen samurái dedicada a la agricultura. La posición acomodada de que disfrutaba le permitió adquirir una buena educación e ir a la universidad para cursar estudios de leyes, pues su deseo era dedicarse profesionalmente a la política. Sin embargo, una enfermedad ocular se lo impidió, razón por la cual regresó a su localidad natal. No obstante, en 1885, con veintidós años de edad y un yen en el bolsillo, marchó de nuevo a Tokio, donde, cuatro años más tarde, logró fundar una empresa lechera, Nyûgyû Kairyôsha, que gracias a su esfuerzo prosperó.

Sachio con una de sus vacas

En 1900, cuando ya contaba treinta y siete años, Sachio tuvo oportunidad de conocer en persona al también poeta Masaoka Shiki (1867-1902) tras una disputa sostenida entre ambos a través de la prensa. A raíz de aquel encuentro, Shiki se convertiría en el maestro de Sachio, quien siempre le profesaría su más fiel veneración como discípulo. Cada uno de ellos, en un principio, mantenían una diferente manera de entender la poesía. Shiki, volcado en la labor de la renovación del waka (poesía japonesa) a través del estilo shasei («esbozo»), basado en un lenguaje sencillo y próximo al idioma vernáculo para «copiar la vida» y plasmarla en las composiciones, entendía que la forma del poema (fuera tanka o haiku) no condicionaba su contenido, mientras que Sachio opinaba justo lo contrario, pues era más proclive al estilo del Manyôshû y enfatizaba la musicalidad o melodía del poema (shirabe), por lo que sus creaciones resultaban más subjetivas que las de Shiki. No obstante, pese a sus discrepancias en cuanto a la interpretación del tiempo y el espacio en los poemas, tras la prematura muerte del maestro en 1902, Sachio continuó la labor de modernización de la poesía japonesa a través del shasei emprendida por Shiki, empresa en la que fueron cruciales las revistas literarias Ashibi y Araragi, muy vinculadas a Sachio.

ito-sachio

Aunque destacó especialmente como compositor de tanka, Sachio también cultivó el rensaku, composición constituida por una serie de poemas, así como la prosa, pues, además de sus críticas, también es autor de más de veinte novelas de variable extensión, entre las que Nogiku no haka (La tumba del crisantemo), es sin duda la más célebre. Publicada por primera vez en 1906 en la revista Hototogisu, esta nouvelle narra la trágica historia de amor de Masao y Tamiko, dos jóvenes adolescentes destinados a la infelicidad más desgarradora. Tierno, sencillo y delicado, este relato será varias veces adaptado al cine y la televisión y hará que el nombre de su autor sea recordado hasta nuestros días.

DE ADAPTACIONES CINEMATOGRÁFICAS

Nigorie_La decimotercera noche2

Muchas han sido las adaptaciones que, inspiradas en grandes clásicos de la literatura nipona, se han trasladado tanto a la gran pantalla como a otros medios, entre ellos, el manga o el anime. Es imposible referirse a todas ellas, por lo que nuestra intención dista mucho de pretender considerarse exhaustiva. No obstante, existe un pequeño número de películas de las que nos sentimos en la obligación de hacer mención, por lo que comenzaremos citando algunas de las que se han llevado a cabo tomando como base los relatos de Higuchi Ichiyō.

Takekurabe

En 1955, Heinosuke Gocho adapta al cine Takekurabe (Crecer), la obra más importante de Higuchi Ichiyō, por la que el director optó, aunque sin conseguirlo, al León de Oro del Festival de Cine de Venecia de 1955. Mejor suerte tuvo Isuzu Yamada —conocida por su aparición en películas tan renombradas como Trono de sangre (1957) o Yojimbo (1961), de Akira Kurosawa—, pues su intervención en la película de Gosho le valió la concesión del Blue Ribbon Award a la mejor actriz de reparto en 1956.

Nigorie_En la última noche del año

Dos años antes, en 1953, se fecha otra de las adaptaciones cinematográficas de la obra de Ichiyō, en este caso, tres de sus relatos más emblemáticos reunidos bajo el título Nigorie (An Inlet of Muddy Water) y la dirección de Tadashi Imai, que también compitió en el Festival de Cannes de 1954. El film se componía de tres cortos correspondientes a los relatos La decimotercera noche, En el último día del año y, por último, Aguas aciagas, que pone título a la película y que narra la oscura existencia de una prostituta en uno de los barrios de placer de Tokio.

Nigorie_Aguas aciagas

Las obras de Ichiyō, sin embargo, no han sido las únicas en tener su réplica en el cine. Así, no podemos dejar de mencionar dos obras que dentro de poco se contarán entre los títulos de nuestro catálogo. La primera de ellas se trata de la novela de Itō Sachio de 1906 Nogiku no haka (La tumba del crisantemo), que narra la trágica historia del inocente amor juvenil de Masao y Tamiko.  De este relato existen varias versiones. Además de la que lleva por título You Were Like a Wild Chrysanthemum (1955), dirigida por Keisuke Kinoshita, merecen destacarse otras dos adaptaciones de la novela: la de 1977, dirigida por Katsumi Nishikawa y que tuvo como principales protagonistas a Momoe Yamaguchi y Osamu Sakuta, y el film de 1981, que tuvo como director a Shin’ichirō Sawai y fue protagonizada por Seiko Matsuda en el papel de Tamiko y por Tadashi Kuwabara, como Masao.

Por último, no se puede dejar de mencionar la adaptación de las Diez noches de sueños de Natsume Sōseki, la obra más onírica del genial escritor, que plasma con maestría única un mundo que refleja sus más íntimas pesadillas y obsesiones. La película, de 2007 y titulada como la obra en la que se basa, Yume Jūya, consta de diez cortos dirigidos por once directores: Akio Jissoji,  Kon Ichikawa, Tadashi Shimizu, Atsushi Shimizu, Keisuke Toyoshima, Suzuki Matsuo, Yoshitaka Amano y Shimmei Kawahara (para la séptima noche), Nobuhiro Yamashita, Miwa Nishikawa y Yudai Yamaguchi. Os dejamos, pues, con la sexta ensoñación, tan surrealista como la obra original que la inspiró:

 

YOSHIWARA

Puerta Grande Yoshiwara

El hilo argumental de Crecer (Takekurabe, 1895-1896), obra cumbre de Higuchi Ichiyō (1872-1896), se centra en el triángulo amoroso que se establece entre sus tres personajes principales y transcurre en el llamado Daionji-mae (literalmente, «frente al templo Daionji»), esto es, en la zona próxima al barrio de placer de Yoshiwara. Ichiyō conocía de primera mano el ambiente que se respiraba en los barrios satélites del más licencioso distrito de Tokio, pues vivió junto a su madre y hermana en la zona conocida como Ryūsenji, muy próxima a Yoshiwara, regentando una pequeña tienda de artículos de papelería y chucherías. Takekurabe es, por tanto, algo más que una sencilla historia de amor adolescente, pues el peso de Yoshiwara, omnipresente por la poderosa influencia que ejerce sobre el entorno que lo rodea, se dejará sentir a lo largo de toda la obra.

Yoshiwara era el único barrio de placer legalizado en la ciudad de Edo, capital del sogunado Tokugawa (1603-1868). Durante este período, las autoridades, en un intento por mantener bajo control en lo posible la prostitución, dispusieron un sistema de legalización según el cual las prostitutas con licencia, sometidas a periódicas revisiones médicas con objeto de evitar al máximo la transmisión de enfermedades venéreas, podrían llevar a cabo su actividad dentro de unas zonas específicas en algunas de las mayores urbes de la época, entre las que se encontraba Edo, ciudad que posteriormente, a partir de la era Meiji (1868-1912), tomaría el nombre de Tokio, con el que la conocemos hoy en día.

Prostíbulo de Yoshiwara

El distrito de Yoshiwara se situaba próximo a Asakusa. Estaba circundado por un muro y por el llamado Foso O’haguro o Foso de los Dientes Negros, nombre que hacía alusión al tinte negro con el que las cortesanas, siguiendo las modas de la época, teñían sus dientes. Junto a la entrada principal del distrito o Puerta Grande, se alzaba el llamado «sauce de las despedidas», poético apelativo que hacía referencia al anhelo con el que aquellos que regresaban al amanecer a sus casas tras las diversiones nocturnas dirigían su mirada atrás, en la añoranza de un pronto regreso. No obstante, el cautivador ambiente que respiraban los clientes camuflaba un sórdido y muy lucrativo mundo en el que las cortesanas, rígidamente jerarquizadas desde las simples aprendices hasta las prostitutas de alto rango (oiran), eran exhibidas tras las celosías de los burdeles cual si de mera mercancía se tratara, quedando atadas a sus respectivas casas por una deuda (miuke) que se suponía saldarían con su trabajo o merced a un patrón que, en un acto de generosidad, la pagara por ellas.

Afortunadamente, los días de Yoshiwara estaban contados, pues la prostitución sería definitivamente ilegalizada en la década de 1950. En los años en que el distrito de placer sirvió de inspiración para Takekurabe, su esplendor ya hacía mucho que había quedado atrás. A pesar de ello, todavía seguía suponiendo un muy lucrativo negocio, tanto en lo que a prostitución se refiere como en cuanto a motor económico de una multitud de familias que basaban su sustento en la infinidad de trabajos que el distrito de placer generaba a su alrededor, pues de él dependían desde tiradores de rickshaws hasta sencillas costureras, trabajadores cuya residencia habitual muchas veces quedaba fijada en el cercano barrio de Daionji-mae.

Ichiyō, sin embargo, no solo encontró inspiración en esta zona, pues cuando las necesidades económicas la obligaron a cerrar la tienda familiar que regentaba y a trasladarse al más humilde Maruyama-Fukuyama, barrio de placer de inferior categoría que Yoshiwara,  este se convertiría en el escenario de otra de sus más afamadas historias, Aguas aciagas (Nigorie, 1895). Reafirmaba así la escritora su ánimo de centrar sus relatos en los más desfavorecidos: personajes femeninos zarandeados por la indefensión. Sin duda, el legado literario de Ichiyō supone una invitación a la reflexión sobre la situación de la mujer en la sociedad Meiji.

shinyoshiwara

 

 

 

EL CUENTO DEL CORTADOR DE BAMBÚ, ANCESTRO DE TODOS LOS MONOGATARI

The Tale of the Shining Princess_MET Museum

No es casualidad que Murasaki Shikibu, autora del celebérrimo Genji monogatari, bautizara con esta máxima El cuento del cortador de bambú (Taketori monogatari), pues esta obra sentaría las bases para el género narrativo monogatari, que hallaría su época de máximo esplendor en el período Heian (794-1185).

Pese a su título, el protagonista principal de la historia no es el leñador, sino una mujer, la princesa Kaguya, cuya belleza conducirá a los pretendientes que aspiran a desposarse con ella a enfrentarse a las más arriesgadas pruebas con tal de demostrar su amor por la joven. El emperador tampoco escapará del hechizo. Mas la extraordinaria naturaleza de la princesa Kaguya, ya anunciada por su hallazgo dentro del tronco de un bambú cuando era tan diminuta que cabía en la palma de la mano, será la que determine la conclusión de la historia.

Escrita con el silabario autóctono japonés kana, y no en chino —como era habitual entre los letrados de la época—, con un estilo sencillo y coloquial por sus abundantes diálogos, se desconoce a ciencia cierta cuándo fue creada y por quién. En cuanto a la primera incógnita, se tiene constancia fehaciente de la existencia del Taketori monogatari en los inicios del siglo X gracias a que se hace mención al cuento en el Yamato monogatari, cita que permite ponerlo en relación con el emperador retirado Uda (867-931) y la celebración de una fiesta de contemplación de la Luna que tuvo lugar en el año 909. No obstante, existen también otras alusiones relacionadas con la actividad del monte Fuji  —que aparece al final del cuento— que podrían adelantar la fecha estimada de composición de la narración unos pocos años. Por su parte, también la autoría de El cuento del cortador de bambú permanece envuelta en el misterio. Se han barajado por los estudiosos varios nombres a los que atribuir el relato, entre los que pueden mencionarse Minamoto no Shitagō (911-983), el monje y poeta Henjō (816-890), algún miembro del clan Imbe, el poeta Ki no Haseo (845-912), e incluso también se ha especulado que pudiera tratarse de alguien perteneciente a alguna facción política opuesta al emperador Tenmu (631-686).

Sea como fuere, lo que resulta indiscutible es el carácter lúdico —aunque muy probablemente dirigido a un público culto— y el tono sarcástico que predomina a lo largo de todo el relato, cuyas raíces, sobre todo en cuanto a elementos fantásticos se refiere, se hunden en otras tradiciones folclóricas asiáticas.

 

Referencias:

KEENE, D., Seeds in the Heart: Japanese Literature from Earliest Times to the Late Sixteenth Century, New York: Columbia University Press, 1999 (A History of Japanese Literature, Vol. I).

Imagen: «The Tale of the Shining Princess» (Fuente: MET Museum: http://www.metmuseum.org/collection/the-collection-online/search/45361?rpp=60&pg=1&gallerynos=228&ft=*&pos=1)

LA SINGULAR REALIDAD DE KAJII MOTOJIRŌ

Kajii Motojirô

Kajii Motojirō (1901-1932), escritor bastante desconocido fuera de las fronteras de Japón, desarrolló la mayor parte de su producción literaria a lo largo del principio de la era Shōwa (1926-1989). Su juventud, desordenada y plagada de excesos, se vio definitivamente truncada al contraer tuberculosis, enfermedad bastante extendida en su época y que acarreaba una altísima mortalidad, pues las curaciones eran porcentualmente escasas y se lograban, casi como si de milagros se tratase, a base de reposo y retiros en lugares en los que se respiraba aire puro. En el caso de Kajii, la tuberculosis le fue diagnosticada en 1920 y le condujo a una muerte prematura, tras múltiples crisis y recaídas, a la temprana edad de treinta y un años.

Dado que los relatos de Kajii suelen ser intimistas y narrados en primera persona, habitualmente se encuadra a este autor dentro del movimiento naturalista nipón, si bien su peculiar estilo hace de él un caso excepcional. Cierto es que fue influenciado hasta cierto punto por la ideología socialista y los movimientos izquierdistas de la época, pero, pese a demostrar una inquietud hacia los problemas sociales, sus obras tampoco pueden encasillarse dentro de la literatura proletaria al uso ni dentro de ninguna escuela o corriente literaria concreta. Más bien Kajii experimenta en sus obras, explora posibilidades narrativas capaces de adentrarse en el yo interior y hacerlo aflorar a través de los personajes por él creados, los cuales casi siempre se basan en el propio autor, pues los rasgos autobiográficos son más que evidentes. Así, las narraciones de Kajii, usualmente de breve extensión, reflejan con el prisma particular de su autor una realidad cotidiana distinta, cargada de matices, con sorprendentes contrastes descritos con una exuberante imaginación, destilando fantasía y sensaciones visuales que saturan los sentidos… no obstante, algunas veces esa realidad es también oprimente, asfixiante, oscura; otras, sin embargo, ofrece un rayo de esperanzadora luz capaz de hacer que la pesada existencia del protagonista se sienta, por una vez, liviana.

Entre las más conocidas obras de Kajii encontramos El limón (responsable de que aún a día de hoy se dejen limones en las estanterías de la librería Maruzen en recuerdo de su autor), Bajo los cerezos (relato que empieza con la celebérrima y contundente frase: «¡Bajo los cerezos hay cadáveres enterrados!»), Días de invierno, o Paisaje interior; pero también pequeñas joyas literarias que han permanecido inéditas en español hasta hoy, como En un pueblo con castillo, Ciénaga, En el camino, Flores de Aesculus, Pasado, Tras la nevada, Moscas de invierno, o El pergamino ilustrado de la oscuridad. Todos ellos, relatos que a buen seguro no dejarán indiferente al lector.