HIGUCHI ICHIYÔ: UNA VIDA EN IMÁGENES

Higuchi Ichiyô

Presentamos un breve y sucinto recorrido visual por la vida de Higuchi Ichiyô (1872-1896). No son muchas las fotografías que de esta autora o de su entorno han sobrevivido al paso del tiempo, pero hemos intentado reunir los más significativos registros gráficos o, en todo caso, los que más nos han llamado la atención.

Foto familiar, junto a su madre Taki (centro) y su hermana Kuniko (izquierda):

Foto familiar de Ichiyô junto a su madre y hermana

 

Foto de las alumnas del centro de estudios Hagino-ya, febrero 1887. Ichiyô, de unos 14 años de edad, es la tercera desde la izquierda, en la última fila; justo delante de ella, una fila más abajo, se encuentra Miyake Kaho (1863-1943), compañera que sirvió a Ichiyô como modelo de joven escritora de éxito:

Ichiyô junto a las alumnas del Haginoya

 

Detalle de la foto anterior:

Ichiyô en el centro, a los 14 años de edad

 

Nakajima Utako (1845-1903), profesora y responsable de la escuela Hagino-ya, centro donde Ichiyô estudió y trabajó, y foto tomada en 1935 del hoy desaparecido edificio:

Nakajima Utako  Haginoya 1935

 

 

 

 

 

 

 

Nakarai Tôsui (1861-1926), mentor de Ichiyô y gran amor de la escritora, pese a que nunca fue correspondida por él:

 

Nakarai Tôsui

 

Carta de Ichiyô a Nakarai:

Carta a Nakarai de Ichiyô

 

Takekurabe (Crecer), obra cumbre de Ichiyô:

Takekurabe

 

Escritorio de Ichiyô:

Escritorio Higuchi Ichiyô

 

 

Panorámica antigua (desconocemos en qué año fue tomada la foto) de Kikuzaka-chô, en Hongô (Bunkyô-ku, Tokio), zona a la que Ichiyô, con 18 años y tras la muerte de su padre, se mudó junto con su hermana y su madre, cuando la precariedad económica familiar era ya una realidad:

Hongo_Kikuzaka-cho_2012040109045313e

 

Paseo por las mismas calles en la actualidad:

 

 

 

 

 

 

 

ITÔ SACHIO, UNA APROXIMACIÓN

Itô Sachio

Itô Sachio (1864-1913) vino al mundo, con el nombre original de Kôjirô, en la prefectura de Chiba, en el seno de una familia de origen samurái dedicada a la agricultura. La posición acomodada de que disfrutaba le permitió adquirir una buena educación e ir a la universidad para cursar estudios de leyes, pues su deseo era dedicarse profesionalmente a la política. Sin embargo, una enfermedad ocular se lo impidió, razón por la cual regresó a su localidad natal. No obstante, en 1885, con veintidós años de edad y un yen en el bolsillo, marchó de nuevo a Tokio, donde, cuatro años más tarde, logró fundar una empresa lechera, Nyûgyû Kairyôsha, que gracias a su esfuerzo prosperó.

Sachio con una de sus vacas

En 1900, cuando ya contaba treinta y siete años, Sachio tuvo oportunidad de conocer en persona al también poeta Masaoka Shiki (1867-1902) tras una disputa sostenida entre ambos a través de la prensa. A raíz de aquel encuentro, Shiki se convertiría en el maestro de Sachio, quien siempre le profesaría su más fiel veneración como discípulo. Cada uno de ellos, en un principio, mantenían una diferente manera de entender la poesía. Shiki, volcado en la labor de la renovación del waka (poesía japonesa) a través del estilo shasei («esbozo»), basado en un lenguaje sencillo y próximo al idioma vernáculo para «copiar la vida» y plasmarla en las composiciones, entendía que la forma del poema (fuera tanka o haiku) no condicionaba su contenido, mientras que Sachio opinaba justo lo contrario, pues era más proclive al estilo del Manyôshû y enfatizaba la musicalidad o melodía del poema (shirabe), por lo que sus creaciones resultaban más subjetivas que las de Shiki. No obstante, pese a sus discrepancias en cuanto a la interpretación del tiempo y el espacio en los poemas, tras la prematura muerte del maestro en 1902, Sachio continuó la labor de modernización de la poesía japonesa a través del shasei emprendida por Shiki, empresa en la que fueron cruciales las revistas literarias Ashibi y Araragi, muy vinculadas a Sachio.

ito-sachio

Aunque destacó especialmente como compositor de tanka, Sachio también cultivó el rensaku, composición constituida por una serie de poemas, así como la prosa, pues, además de sus críticas, también es autor de más de veinte novelas de variable extensión, entre las que Nogiku no haka (La tumba del crisantemo), es sin duda la más célebre. Publicada por primera vez en 1906 en la revista Hototogisu, esta nouvelle narra la trágica historia de amor de Masao y Tamiko, dos jóvenes adolescentes destinados a la infelicidad más desgarradora. Tierno, sencillo y delicado, este relato será varias veces adaptado al cine y la televisión y hará que el nombre de su autor sea recordado hasta nuestros días.