CORAZÓN DE HIELO

Yuki-onna, de la obra de Lafcadio Hearn "Kwaidan- Stories and Studies of Strange Things" (1911) ilustrado por Keichu Takenouchi.

Quizá pueda inducir a error el título con que encabezamos el presente artículo, pues nuestra intención no es otra que rendir un pequeño tributo a una de las figuras literarias más importantes de todos los tiempos y que de buen seguro dejó su impronta en nuestra infancia así como en la de generaciones futuras.

Desde 1967, cada 2 de abril se celebra el Día del Libro Infantil, en conmemoración del nacimiento de Hans Christian Andersen, que vino al mundo ese mismo día de 1805 en Odense (Dinamarca) en el seno de una familia muy humilde. Sus progenitores fueron un jovencísimo zapatero de salud quebradiza y una lavandera de confesión protestante, a quien Andersen le dedicaría uno de sus cuentos, La pequeña cerillera. Tras quedar huérfano de padre en 1816 debido a las guerras napoleónicas, cuando contaba tan solo 11 años, dejó de asistir a la escuela, si bien nunca dejó de leer y de dejar volar su imaginación, siempre desbordante. A pesar de las dificultades, y no sin esfuerzo y sacrificios personales, logró terminar los estudios en 1827, aunque no consiguió afianzar su carrera artística ni como cantor de ópera ni como actor ni como bailarín.

Retrato de Hans Christian Andersen por Christian Albrecht Jensen (18369.

Retrato de Hans Christian Andersen por Christian Albrecht Jensen (1836).

Viajero empedernido, recorrió gran parte de Europa y Turquía y plasmó sus experiencias en numerosos libros de viajes. Además, gracias a su visita a Reino Unido, logró entablar amistad con Charles Dickens, quien imprimió su influencia en el escritor danés. Fue también consumado poeta, aunque es a sus cuentos de hadas, a los que, a pesar del escaso interés que despertaron en su propio creador, debe este su fama imperecedera. Títulos como El patito feo, El soldadito de plomo, La princesa y el guisante, La sirenita o La Reina de las Nieves han trascendido el paso del tiempo hasta convertirse, traducidos a más de 80 idiomas y adaptados al cine, los dibujos animados e incluso a la danza, en patrimonio universal.

En la primavera de 1872 Andersen sufrió una grave caída, de la que nunca llegó a recuperarse, y murió tres años después, cerca de Copenhague, el 4 de agosto de 1875.

La Reina de las Nieves, ilustración de Sulamith Wülfing.

La Reina de las Nieves, ilustración de Sulamith Wülfing.

Ya en vida, Andersen recibió reconocimiento a su obra y trayectoria: recibió el título honorífico de consejero de Estado (1866), fue nombrado ciudadano ilustre de Odense (1867) y, en su memoria, varios premios literarios llevan su nombre: Premio Hans Christian Andersen de Literatura que concede el ayuntamiento de Odense y, desde 1956, los premios Hans Christian Andersen, conocidos como el “Pequeño Premio Nobel” a la literatura infantil, que brinda el International Board on Books for Young People. Además, fuera del ámbito literario, en 1976, el asteroide 2476 recibió el nombre del escritor danés de manos del astrónomo Nikolái Chernyj.

Una de las más célebres narraciones nacidas de la pluma de Andersen es, sin duda, La Reina de las Nieves (Snedronningen), en donde la amistad, el amor y la lucha entre el bien y el mal se convierten en los ejes fundamentales de esta historia inmortal protagonizada por dos niños, Kai y Gerda.

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El relato fue publicado por primera vez en 1844 en el recopilatorio Nuevos cuentos de hadas, volumen 1 (Nye Eventyr. Første Bind) y, desde entonces, ha sido versionado en innumerables ocasiones, la última de las cuales, publicada por esta casa, debemos agradecer a Francesc Gómez Guillamón, cuyo estilo kawaii sirve de marco para remozar y modernizar la historia original, adaptándola a la sociedad y gustos de hoy en día y aportando nuevos roles a los personajes (alguno de ellos rebautizados, como Gerda, que se transforma en la valerosa Saya), personajes que, no obstante los cambios, continúan enfrentándose, como en la versión de antaño, a una Reina de las Nieves sin corazón, cuyas características nos recuerdan inevitablemente a la yuki-onna nipona (雪女).

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Este mítico yōkai japonés de gélida belleza y hálito glacial que arrebata la vida a los humanos ha sido, a su vez, protagonista de multitud de historias y adaptaciones de la mano de nombres tan memorables como Lafcadio Hearn (Kwaidan, 1903),  Masaki Kobayashi (El más allá, Kaidan, 1964) Akira Kurosawa (“La tormenta de nieve” en Sueños, 1990), entre otras muchas, incluidas el manga y el anime.

Fuentes/ Para saber más:

https://es.wikipedia.org/wiki/Hans_Christian_Andersen

https://es.wikipedia.org/wiki/La_reina_de_las_nieves

https://es.wikipedia.org/wiki/Yuki-onna#Cultura_popular

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/andersen.htm

https://archive.org/stream/kwaidanstoriesst00hear#page/n7/mode/2up

http://neilabbott.tumblr.com/

http://www.holanihon.com/yuki-onna-la-leyenda-de-la-mujer-de-la-nieve/

La Reina de las Nieves de Frances Gómez Guillamón

MUSASHINO, ODA A LA NATURALEZA DE KUNIKIDA DOPPO

Hiroshige | Musashino Plain

De entre toda la producción literaria de Kunikida Doppo, Musashino es, sin lugar a dudas, su más conocida y emblemática creación. Durante años lectura obligada en las escuelas japonesas, podría decirse que el relato se centra en la armonía entre el hombre y la naturaleza. En lo formal, Musashino combina en sus líneas múltiples géneros narrativos: diario, descripción de mapas, poemas japoneses (waka y haiku), así como citas de poemas en inglés y traducciones de prosa rusa. Además, llama también poderosamente la atención el deliberado recurso por parte del autor a resaltes tipográficos a lo largo del texto. De este modo, Musashino trasciende su mero ámbito geográfico y se transforma en trasunto de cómo entiende Doppo la escritura: no hay un único camino, sino múltiples vías para la exploración y el deleite. En cuanto a estilo compositivo, complejo y sutil a la vez, Musashino se desmarca de otros relatos de Doppo, quien dio en crear, por las características de la obra, una nueva prosa poética (shiteki-sanbun) que podría ser considerada como innovadora o experimental, según los parámetros de la época.

Musashi Plain (Musashino), from the series Famous Places in the Provinces by Totoya Hokkei ca. 1834-5

«Llanura de Musashi» (Musashino), de la serie «Lugares famosos de las provincias» de Totoya Hokkei ca. 1834-5.

Asimismo, Musashino también puso título a una antología de relatos que Doppo publicó en 1901. Las obras respondían a diversos estilos narrativos y compositivos, siendo algunos de estos relatos calificados como prosa poética, y destacando por encima de todos Musashino, considerada por su propio autor como un «poema».

La deuda de Doppo con escritores occidentales es importante, en especial, con Wordsworth y su poesía lírica, como el propio autor reconoció. También destaca como fuente de inspiración para Doppo el ruso Iván Turguénev. No obstante, al igual que otros escritores japoneses contemporáneos, Doppo también incluyó entre sus lecturas una larga lista de plumas occidentales: León Tolstói, William Cullen Bryant, el ya mencionado William Wordsworth, Thomas Carlyle, Alfred Tennyson, Oliver Wendell Holmes, George Gordon Byron, Robert Burns, Walt Witman, entre otros.

"Llanura de Musashi" (1), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

«Llanura de Musashi» (1), autor desconocido, ss. XVII-XVIII.

Musashino vio la luz por vez primera en forma seriada entre enero y febrero de 1898 en Kokumin no tomo (Amigo de la Nación), bajo el título Ima no Musashino (El Musashino de hoy), aunque posteriormente se modificó y quedó como Musashino, título con el que ya aparecería en el recopilatorio de relatos publicado en 1901 por Minyūsha y que perduraría hasta nuestros días.

El altiplano de Musashino se extiende entre las prefecturas de Tokio y Saitama y queda rodeado por tres ríos: el Tama, por el sur; el Ara, por el noreste; y el Iruma por el noroeste. A lo largo del tiempo, su vegetación ha ido sufriendo cambios. En el período Edo (1603-1868) fue roturado para el cultivo de arroz, pero nuevamente se transformó en bosque en la era Meiji (1868-1912), momento en que es descrito por Doppo.

“Llanura de Musashi” (2), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

“Llanura de Musashi” (2), autor desconocido, ss. XVII-XVIII

Desde muy antiguo la planicie de Musashino ha sido citada en la literatura japonesa más temprana, pues ya en el Kojiki (712) hay una mención a un dios homónimo. En el Manyōshū (782), sin embargo, es donde encontramos la primera mención a Musashino como lugar geográfico. También en el Diario de Sarashina, escrito aproximadamente en 1060 por Sugawara no Takasue no Musume, encontramos una descripción de esta área geográfica. Además, Musashino era habitualmente asociado con fenómenos como la luna, la niebla, el rocío, la escarcha o con flores. De igual forma, Musashino también aparece en composiciones de figuras literarias posteriores, como Saigyo (1118-1190), Shinkei (1406-1475), Hattori Ransetsu (1654-1707) o Tayasu Munetake (1715-1771), entre otros.

Así pues, Musashino ha gozado de cierto predicamento como punto de referencia literario a lo largo de los siglos. No obstante, la visión de Doppo difiere de la mantenida hasta entonces y toma un camino propio: huye de convenciones, tanto en las formas como en lo descrito, pues se deleita en la contemplación del paisaje otoñal, se sumerge en el placer del paseo, disfruta cada pequeño detalle del momento y saborea la belleza atemporal de la cotidianidad.

Musashino

Fuentes:

Texto extraído de la introducción a: Kunikida Doppo, Musashino, Chidori Books, 2016.

Miyashita-Theado, K. A Study of Kunikida Doppo: “Musashino” and Three Short Stories, United States: UMI and Proquest, 2010.

Imagen destacada: «Llanura de Musashino», de Hiroshige.

EL CUENTO DEL CORTADOR DE BAMBÚ Y LA PRINCESA KAGUYA: RECORDANDO RESEÑAS

El cuento de la princesa Kaguya

Mañana día 18 de marzo se estrena en España La historia de la princesa Kaguya, largamente esperada. Para animar a todos aquellos que aún no conocen la historia original que inspirara la película de Studio Ghibli, El cuento del cortador de bambú, os dejamos a continuación algunas de las mejores reseñas dedicadas a este maravilloso anónimo de época Heian, publicado en esta casa.

Koratai: «El cuento del cortador de bambú», primer Tesoro Heian de Chidori Books

El cuento de la princesa Kaguya

Melibro: El cuento del cortador de bambú, anónimo

El cuento de la princesa Kaguya

Ecos de Asia: Reseña literaria: El cuento del cortador de bambú (2014)

El cuento de la princesa Kaguya

Blog Visual: El cuento del cortador de bambú (竹取物語), la leyenda de la Princesa Kaguya

El cuento de la princesa Kaguya

Aki Monogatari: La verdadera historia de la princesa Kaguya

Kaguya hime no monogatari

Abrir un libro: El cuento del cortador de bambú

El cuento de la princesa Kaguya

RTVE, Radio 5: ‘El cuento del cortador de bambú’, la traducción al español de la primera novela japonesa 

El cuento de la princesa Kaguya

 

Nuestro agradecimiento a todos los medios que han contribuido a la difusión de este clásico de la literatura japonesa y universal.

El cuento del cortador de bambú_Chidori Books

 

Créditos:

Imágen destacada y gif © Studio Ghibli

CRECER: CAMINO HACIA LA MADUREZ, RETRATO DE UNA ÉPOCA

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Contamos hoy en esta casa con la colaboración especial de Ana Romero, editora y filóloga especialista en literatura comparada y teoría literaria. Estudió fenomenología de la lectura en la Universidad de Berkeley y ha ejercido como docente en la Universidad Pompeu Fabra. Es profesora de literatura y cultura tradicional japonesa en Casa Asia, y está a cargo de la editorial La mano cornutta. 

 

Podemos leer literatura japonesa en ebooks y en español. No te lo pierdas.

Nuestra recomendación es que te acerques a Crecer, de Higuchi Ichiyô. Una de las obras maestras de la literatura de la era Meiji y una obra imprescindible para la literatura japonesa moderna.

La edición española de Crecer, publicada por Chidori Books, reúne la «nouvelle» del mismo título y una serie de relatos breves de esta autora, a la que podríamos llamar la Rosalía de Castro japonesa por su comprensión del alma humana y su compasión y cercanía a las clases populares. La novela breve Crecer narra el paso de la infancia a la vida adulta en un grupo de niños de los barrios populares de Tokio, cercanos al gran barrio del placer y a las casas de prostitución de la época. Niños que juegan a hacer rastrillos de papel para ganarse unas perras, niñas que juegan con sus últimas muñecas mientras las obligan a cambiar de kimono, mayores que les riñen o abrazan sin poderles explicar su dolor. Es un friso colorista de los mundos y oportunidades de vida que, a finales de la era Meiji, se les abrían –o cerraban– a las personas en función de su origen social y, por supuesto, de ese gran dios, el dinero. Don dinero, ese poderoso señor, transformaba los modos de relación de una sociedad antigua, que gradualmente había abandonado el rígido sistema de castas medieval y contemplaba por vez primera la posibilidad real de la movilidad social en las ciudades gracias a la educación y el trabajo. En el seno de la trama de Crecer, una delicada historia de amor, la de la niña Midori y el niño Nobu, destinados a convertirse de mayores, respectivamente, ella en geisha y él en abad de un monasterio, sin poder seguir a su corazón. Crecer nos demuestra que, a pesar de la introducción de la educación universal para todas las clases sociales y de los nuevos conceptos europeos de ciudadanía implementados por la Restauración Meiji, la sociedad japonesa tardaría mucho en cambiar en cuanto a la libertad humana.

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La novela apunta el deseo humano de escapar a un destino socialmente determinado, pero recoge luego las velas de esa aspiración y culmina en una retirada vital de los caminos de la felicidad posible. Sin un pensamiento religioso que pudiera atrapar a los personajes en una noción estrecha del destino o la fatalidad, los protagonistas de Crecer se enfrentan a sus dilemas existenciales de manera casi inconsciente, con una suave aceptación y un modo de resignación melancólica que sería tentador calificar de budistas por el contexto cultural del que emergen. No obstante, la conciencia de la autora no es necesariamente la de una religiosidad oriental sino la de una «ética de la compasión», tan patente en todos los grandes escritores «modernos» desde Tolstoi o Victor Hugo a Flaubert o Henry James, pasando por Galdós o la propia Rosalía de Castro. Higuchi Ichiyô es fundamentalmente una escritora que comprende la vida humana y lo hace a través de sus personajes, en este caso enmarcados en los avatares específicos del Japón de la era Meiji o del paso de la infancia a la adolescencia en una sociedad tremendamente estricta en cuanto a sus ritos de paso.

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El resto de los cuentos incluidos en esta edición nos permiten ampliar esta emotiva visión con argumentos «menores», como el intento de divorcio de una mujer o las deudas y los castigos a las sirvientas. Lo que resulta singular de esta autora es la ternura y sensibilidad con que gradualmente dibuja la trama hacia un destino ciertamente inescapable. Lo que es magistral en Ichiyô (la primera hoja, el que fue su nombre de pluma) es el suspense y el lirismo con que lo que parece insignificante anuncia un futuro que se nos avecina. Aquí no hay melodramas a la Tanizaki, ni morbidez a la Kawabata, ni angst a la Mishima, sino una inocencia primordial. Un cierto maullido de esperanza ante la injusticia –como el de un gatito que se lamentara– enunciados desde lo innombrado y la indeterminación.

©Ana Romero

 

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EL HYAKUNIN ISSHU

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

A Fujiwara no Teika (1162-1241), también conocido como Fujiwara no Sadaie, crítico literario y refinado poeta del período Kamakura (1185-1333), debemos la compilación, en torno al año 1235, de una de las más importantes antologías de waka, o poesía japonesa de 31 sílabas: el Hyakunin isshu (Cien poetas, cien poemas). La antología en ocasiones también es citada como Ogura hyakunin isshu, título debido al Ogura, monte cercano a Kioto en el que Teika poseía una casa de campo y en la que parece que compuso la obra. Según Donald Keene, tal fue la relevancia de esta compilación que ha sido, desde principios de la época Tokugawa (1603-1868) hasta tiempos muy recientes, una de las fuentes de conocimiento principales de la poesía clásica nipona, suponiendo, a la vez, una trascendental influencia para los gustos estéticos y poéticos japoneses hasta el mismo siglo XX.

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El origen de la compilación, según se desprende del diario de Teika, al parecer, no se debe a una petición imperial, como sucediera con otras antologías poéticas, sino a la solicitud del suegro de Tameie, hijo mayor de Teika. De esta manera, Fujiwara no Teika no solo se encargó de seleccionar un poema de cada uno de los más insignes poetas comprendidos entre el s. VII y el XIII y entre los que también se incluye el propio compilador, sino que, además, los caligrafió en shikishi (papel de 17 por 20 centímetros) con el objeto de cubrir con ellos un biombo móvil. El Hyakunin Isshu, sin embargo, no queda totalmente desvinculado de la exaltación de la divinidad del emperador, propia de las compilaciones imperiales, ya que muchas de las composiciones de las que consta esta antología se extrajeron de algunas de las colecciones anteriores encargadas por orden imperial —como el Kokinshū (905), por citar alguna de las más conocidas—, además de contar con poemas compuestos tanto por emperadores como por emperatrices. 

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

Dejando a un lado su relevancia literaria, el Hyakunin isshu es esencial para el juego de uta karuta, al que debe parte de su popularidad. El origen de la palabra karuta se remonta a principios del s. XVII, cuando los portugueses introdujeron en Japón las cartas occidentales, más en particular, la baraja española de cuarenta y ocho naipes. A pesar de ello, el juego de karuta, típico de Año Nuevo, recuerda poderosamente a otro tradicional entretenimiento japonés previo a la llegada de los occidentales: el kai-ōi, o juego de emparejar conchas. El sistema de juego de karuta es como sigue: un orador recita la primera parte de uno de los cien poemas del Hyakunin isshu, y los jugadores (normalmente dos, aunque pueden ser más) deben encontrar entre las cartas expuestas aquella que case con el principio del poema recitado. Los jugadores, como es de suponer, deben conocer de memoria cada uno de los cien poemas de la colección, de forma que cuanto mayor sea su dominio, mejores jugadores serán, pues los más diestros pueden reconocer un poema con tan solo escuchar las primeras sílabas.

Pese a que existen innumerables ediciones del Hyakunin isshu, aquí mencionaremos, por su particularidad, la adaptación al manga y al anime que de este clásico ha realizado Kei Sugita, a cuya autoría debemos las ilustraciones que acompañan el presente artículo.  La serie, bajo el título de Chōyaku hyakunin isshu: uta koi (超訳百人一首うた恋) se ha venido publicando desde 2010 por la editorial Media Factory y cuenta, a su vez, con una versión anime en trece capítulos, producida por TYO Animaciones bajo la dirección de Kenichi Kasai.

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi

Si bien es verdad que este josei supone una adaptación muy libre del Hyakunin isshu, no es menos cierto que también puede constituir un sugerente primer acercamiento a uno de los clásicos de la literatura japonesa por excelencia, así como a las costumbres y convenciones sociales de la época Heian (794-1185), pues a lo largo de sus páginas y capítulos veremos desfilar a algunas de las primeras figuras de uno de los momentos de mayor esplendor y exquisitez de la literatura nipona.

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Amores imposibles, efímeras existencias y apasionados idilios inspirarán los más delicados poemas, que encontraremos interpretados en Chōyaku hyakunin isshu: uta koi de boca de sus propios compositores, como Ariwara no Narihira (825-880), uno de los Seis Inmortales Poetas (Rokkasen). Considerado la encarnación del galán ideal de la época por su talento y apostura, sus aventuras amorosas no solo se convertirían en el eje central del Ise Monogatari, sino que también constituiría el principal modelo en el que se basó el príncipe Hikaru Genji, protagonista del Genji Monogatari, la monumental obra de Murasaki Shikibu (ca. 973/978 – ca. 1014/1031), escritora que también aparece en la serie de Kei Sugita, junto a Sei Shōnagon (ca. 966-1017/1025), autora de El libro de la almohada, la poetisa Ono no Komachi, Ariwara no Yukihira, Fujiwara no Yoshitaka, Yoshimine no Munesada (Henjō), Fun’ya no Yasuhide… y, cómo no, también el propio compilador de este clásico inmortal, Fujiwara no Teika.

Fuentes

Ilustraciones © Kei Sugita

Chōyaku hyakunin isshu: uta koi (超訳百人一首うた恋): http://www.utakoi.jp/index.html

Fujiwara no Teika (ed.), Bermejo, J. M. y Herrero, T. (trad. e intr.), Cien poetas, cien poemas: Hyakunin Isshu (Antología de poesía clásica japonesa), Madrid: Ediciones Hiperión, 2006.

Fujiwara no Teika (ed.), Hammer, L. (trad.), One Hundred People, One Poem Each, Tucson, Arizona: Cholla Bear Press, 2011.

Keene, D., Seeds in the Heart: Japanese Literature from Earliest Times to the Late Sixteenth Century, (History of Japanese Literature , v. I), New York: Columbia University Press, 1999.

Mas López, J. (trad. y ed.), Cuentos de Ise, (Pliegos de Oriente, serie Lejano Oriente), Madrid: Editorial Trotta, 2012.

Hyakunin isshu: http://www.wdl.org/es/item/2929/

LA ESTANCIA DE SÔSEKI EN KUMAMOTO

Natsume Sôseki

Tras un año de estancia en la localidad de Matsuyama, en la isla de Shikoku, Natsume Sôseki tomaría la decisión de trasladarse a Kumamoto, en la isla de Kyûshû, para ocupar un puesto de profesor de inglés en la Quinta Escuela Superior de la ciudad, hoy transformada en Museo Memorial dentro de la Universidad de Kumamoto y designada Patrimonio Cultural Nacional. Sôseki viviría en Kumamoto entre 1896 y 1900 desempeñando su actividad docente hasta que marchara a Londres becado por el Gobierno nipón para perfeccionar su inglés.

Quinta Escuela Superior en la época de Sôseki:

Fifth High School

Y en la actualidad:

Quinta Escuela Superior-Universidad Kumamoto

Sôseki, junto a sus alumnos:

Natsume Soseki con algunos de sus alumnos

Aspecto que en la época tenían las aulas de clase:

Clase como estaría en época de Sôseki

Fue también Kumamoto donde el escritor, con treinta años de edad, contraería matrimonio en junio de 1896 con Nakane Kyôko, aunque la convivencia en pareja no sería fácil. A lo largo de esos poco más de cuatro años de permanencia en Kumamoto, Sôseki y y su familia vivieron en diversas residencias, de las que aún hoy perviven algunas en un estado de conservación que muy poco ha variado desde la época en que Sôseki las habitara. Destaca especialmente la que sería su quinta residencia, vivienda de nombre Uchitsuboi Old House, que sería la favorita de su mujer Kyôko y en la que nacería, el 31 de mayo de 1899, Fudeko, primera hija del escritor.

Fudeko, en brazos de su madre:

Fudeko con su madre

Uchitsuboi Old House: 

Casa de Sôseki en Kumamoto 3

Casa de Sôseki en Kumamoto

Engawa

Asimismo, la estancia en Kumamoto sirvió de inspiración a Sôseki, pues una de sus visitas al próximo balneario costero de Oama, en el distrito de Tamana, se transformaría, oculto tras el nombre ficticio de Nakoi, en el escenario de su novela “Almohada de hierba” (Kusamakura, 1906), por cuyos idílicos parajes pasearía en busca de inspiración el protagonista de la denominada por su propio autor “novela-haiku”. Maeda Tsuna, la segunda hija del anfitrión del escritor, el político Maeda Kagashi, sería en quien se basaría Sôseki para crear a Nami, la protagonista femenina, de extraordinario carácter, de «Almohada de hierba».

Maeda Kagashi:

Maeda Kagashi

Maeda Tsuna:

Maeda Tsuna

Baños restaurados de la Casa Maeda, escenario de uno de los más memorables pasajes de «Almohada de hierba»:

Baños Casa Maeda

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Baños Casa Maeda 3

Baños Casa Maeda 4

Bosques cercanos a Oama:

Tensuimachi, Oama, Kumamoto

Kumamoto, Nishi-ku, Kawachi-cho

Vistas desde Kusamakura Onsen Tensui, de Oama:

Kusamakuraonsen Tensui_caption

Fuentes/Para más información:

Asahi Shinbun:

http://ajw.asahi.com/article/behind_news/social_affairs/AJ201503030006

http://www.asahi.com/articles/photo/AS20141108002761.html

http://www.asahi.com/topics/word/%E6%BC%B1%E7%9F%B3%E3%82%92%E8%A8%AA%E3%81%AD%E3%82%8B.html

Universidad de Kumamoto: http://ewww.kumamoto-u.ac.jp/en/

Trangsformation: http://www.trangsformation.com/

Mapcarta: http://mapcarta.com/16046458/Photos

Kusamakura Onsen Tensui: http://www.kusamakura.jp/kusa_on/

HIGUCHI ICHIYÔ: UNA VIDA EN IMÁGENES

Higuchi Ichiyô

Presentamos un breve y sucinto recorrido visual por la vida de Higuchi Ichiyô (1872-1896). No son muchas las fotografías que de esta autora o de su entorno han sobrevivido al paso del tiempo, pero hemos intentado reunir los más significativos registros gráficos o, en todo caso, los que más nos han llamado la atención.

Foto familiar, junto a su madre Taki (centro) y su hermana Kuniko (izquierda):

Foto familiar de Ichiyô junto a su madre y hermana

 

Foto de las alumnas del centro de estudios Hagino-ya, febrero 1887. Ichiyô, de unos 14 años de edad, es la tercera desde la izquierda, en la última fila; justo delante de ella, una fila más abajo, se encuentra Miyake Kaho (1863-1943), compañera que sirvió a Ichiyô como modelo de joven escritora de éxito:

Ichiyô junto a las alumnas del Haginoya

 

Detalle de la foto anterior:

Ichiyô en el centro, a los 14 años de edad

 

Nakajima Utako (1845-1903), profesora y responsable de la escuela Hagino-ya, centro donde Ichiyô estudió y trabajó, y foto tomada en 1935 del hoy desaparecido edificio:

Nakajima Utako  Haginoya 1935

 

 

 

 

 

 

 

Nakarai Tôsui (1861-1926), mentor de Ichiyô y gran amor de la escritora, pese a que nunca fue correspondida por él:

 

Nakarai Tôsui

 

Carta de Ichiyô a Nakarai:

Carta a Nakarai de Ichiyô

 

Takekurabe (Crecer), obra cumbre de Ichiyô:

Takekurabe

 

Escritorio de Ichiyô:

Escritorio Higuchi Ichiyô

 

 

Panorámica antigua (desconocemos en qué año fue tomada la foto) de Kikuzaka-chô, en Hongô (Bunkyô-ku, Tokio), zona a la que Ichiyô, con 18 años y tras la muerte de su padre, se mudó junto con su hermana y su madre, cuando la precariedad económica familiar era ya una realidad:

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Paseo por las mismas calles en la actualidad:

 

 

 

 

 

 

 

ITÔ SACHIO, UNA APROXIMACIÓN

Itô Sachio

Itô Sachio (1864-1913) vino al mundo, con el nombre original de Kôjirô, en la prefectura de Chiba, en el seno de una familia de origen samurái dedicada a la agricultura. La posición acomodada de que disfrutaba le permitió adquirir una buena educación e ir a la universidad para cursar estudios de leyes, pues su deseo era dedicarse profesionalmente a la política. Sin embargo, una enfermedad ocular se lo impidió, razón por la cual regresó a su localidad natal. No obstante, en 1885, con veintidós años de edad y un yen en el bolsillo, marchó de nuevo a Tokio, donde, cuatro años más tarde, logró fundar una empresa lechera, Nyûgyû Kairyôsha, que gracias a su esfuerzo prosperó.

Sachio con una de sus vacas

En 1900, cuando ya contaba treinta y siete años, Sachio tuvo oportunidad de conocer en persona al también poeta Masaoka Shiki (1867-1902) tras una disputa sostenida entre ambos a través de la prensa. A raíz de aquel encuentro, Shiki se convertiría en el maestro de Sachio, quien siempre le profesaría su más fiel veneración como discípulo. Cada uno de ellos, en un principio, mantenían una diferente manera de entender la poesía. Shiki, volcado en la labor de la renovación del waka (poesía japonesa) a través del estilo shasei («esbozo»), basado en un lenguaje sencillo y próximo al idioma vernáculo para «copiar la vida» y plasmarla en las composiciones, entendía que la forma del poema (fuera tanka o haiku) no condicionaba su contenido, mientras que Sachio opinaba justo lo contrario, pues era más proclive al estilo del Manyôshû y enfatizaba la musicalidad o melodía del poema (shirabe), por lo que sus creaciones resultaban más subjetivas que las de Shiki. No obstante, pese a sus discrepancias en cuanto a la interpretación del tiempo y el espacio en los poemas, tras la prematura muerte del maestro en 1902, Sachio continuó la labor de modernización de la poesía japonesa a través del shasei emprendida por Shiki, empresa en la que fueron cruciales las revistas literarias Ashibi y Araragi, muy vinculadas a Sachio.

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Aunque destacó especialmente como compositor de tanka, Sachio también cultivó el rensaku, composición constituida por una serie de poemas, así como la prosa, pues, además de sus críticas, también es autor de más de veinte novelas de variable extensión, entre las que Nogiku no haka (La tumba del crisantemo), es sin duda la más célebre. Publicada por primera vez en 1906 en la revista Hototogisu, esta nouvelle narra la trágica historia de amor de Masao y Tamiko, dos jóvenes adolescentes destinados a la infelicidad más desgarradora. Tierno, sencillo y delicado, este relato será varias veces adaptado al cine y la televisión y hará que el nombre de su autor sea recordado hasta nuestros días.

DE ADAPTACIONES CINEMATOGRÁFICAS

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Muchas han sido las adaptaciones que, inspiradas en grandes clásicos de la literatura nipona, se han trasladado tanto a la gran pantalla como a otros medios, entre ellos, el manga o el anime. Es imposible referirse a todas ellas, por lo que nuestra intención dista mucho de pretender considerarse exhaustiva. No obstante, existe un pequeño número de películas de las que nos sentimos en la obligación de hacer mención, por lo que comenzaremos citando algunas de las que se han llevado a cabo tomando como base los relatos de Higuchi Ichiyō.

Takekurabe

En 1955, Heinosuke Gocho adapta al cine Takekurabe (Crecer), la obra más importante de Higuchi Ichiyō, por la que el director optó, aunque sin conseguirlo, al León de Oro del Festival de Cine de Venecia de 1955. Mejor suerte tuvo Isuzu Yamada —conocida por su aparición en películas tan renombradas como Trono de sangre (1957) o Yojimbo (1961), de Akira Kurosawa—, pues su intervención en la película de Gosho le valió la concesión del Blue Ribbon Award a la mejor actriz de reparto en 1956.

Nigorie_En la última noche del año

Dos años antes, en 1953, se fecha otra de las adaptaciones cinematográficas de la obra de Ichiyō, en este caso, tres de sus relatos más emblemáticos reunidos bajo el título Nigorie (An Inlet of Muddy Water) y la dirección de Tadashi Imai, que también compitió en el Festival de Cannes de 1954. El film se componía de tres cortos correspondientes a los relatos La decimotercera noche, En el último día del año y, por último, Aguas aciagas, que pone título a la película y que narra la oscura existencia de una prostituta en uno de los barrios de placer de Tokio.

Nigorie_Aguas aciagas

Las obras de Ichiyō, sin embargo, no han sido las únicas en tener su réplica en el cine. Así, no podemos dejar de mencionar dos obras que dentro de poco se contarán entre los títulos de nuestro catálogo. La primera de ellas se trata de la novela de Itō Sachio de 1906 Nogiku no haka (La tumba del crisantemo), que narra la trágica historia del inocente amor juvenil de Masao y Tamiko.  De este relato existen varias versiones. Además de la que lleva por título You Were Like a Wild Chrysanthemum (1955), dirigida por Keisuke Kinoshita, merecen destacarse otras dos adaptaciones de la novela: la de 1977, dirigida por Katsumi Nishikawa y que tuvo como principales protagonistas a Momoe Yamaguchi y Osamu Sakuta, y el film de 1981, que tuvo como director a Shin’ichirō Sawai y fue protagonizada por Seiko Matsuda en el papel de Tamiko y por Tadashi Kuwabara, como Masao.

Por último, no se puede dejar de mencionar la adaptación de las Diez noches de sueños de Natsume Sōseki, la obra más onírica del genial escritor, que plasma con maestría única un mundo que refleja sus más íntimas pesadillas y obsesiones. La película, de 2007 y titulada como la obra en la que se basa, Yume Jūya, consta de diez cortos dirigidos por once directores: Akio Jissoji,  Kon Ichikawa, Tadashi Shimizu, Atsushi Shimizu, Keisuke Toyoshima, Suzuki Matsuo, Yoshitaka Amano y Shimmei Kawahara (para la séptima noche), Nobuhiro Yamashita, Miwa Nishikawa y Yudai Yamaguchi. Os dejamos, pues, con la sexta ensoñación, tan surrealista como la obra original que la inspiró:

 

YOSHIWARA

Puerta Grande Yoshiwara

El hilo argumental de Crecer (Takekurabe, 1895-1896), obra cumbre de Higuchi Ichiyō (1872-1896), se centra en el triángulo amoroso que se establece entre sus tres personajes principales y transcurre en el llamado Daionji-mae (literalmente, «frente al templo Daionji»), esto es, en la zona próxima al barrio de placer de Yoshiwara. Ichiyō conocía de primera mano el ambiente que se respiraba en los barrios satélites del más licencioso distrito de Tokio, pues vivió junto a su madre y hermana en la zona conocida como Ryūsenji, muy próxima a Yoshiwara, regentando una pequeña tienda de artículos de papelería y chucherías. Takekurabe es, por tanto, algo más que una sencilla historia de amor adolescente, pues el peso de Yoshiwara, omnipresente por la poderosa influencia que ejerce sobre el entorno que lo rodea, se dejará sentir a lo largo de toda la obra.

Yoshiwara era el único barrio de placer legalizado en la ciudad de Edo, capital del sogunado Tokugawa (1603-1868). Durante este período, las autoridades, en un intento por mantener bajo control en lo posible la prostitución, dispusieron un sistema de legalización según el cual las prostitutas con licencia, sometidas a periódicas revisiones médicas con objeto de evitar al máximo la transmisión de enfermedades venéreas, podrían llevar a cabo su actividad dentro de unas zonas específicas en algunas de las mayores urbes de la época, entre las que se encontraba Edo, ciudad que posteriormente, a partir de la era Meiji (1868-1912), tomaría el nombre de Tokio, con el que la conocemos hoy en día.

Prostíbulo de Yoshiwara

El distrito de Yoshiwara se situaba próximo a Asakusa. Estaba circundado por un muro y por el llamado Foso O’haguro o Foso de los Dientes Negros, nombre que hacía alusión al tinte negro con el que las cortesanas, siguiendo las modas de la época, teñían sus dientes. Junto a la entrada principal del distrito o Puerta Grande, se alzaba el llamado «sauce de las despedidas», poético apelativo que hacía referencia al anhelo con el que aquellos que regresaban al amanecer a sus casas tras las diversiones nocturnas dirigían su mirada atrás, en la añoranza de un pronto regreso. No obstante, el cautivador ambiente que respiraban los clientes camuflaba un sórdido y muy lucrativo mundo en el que las cortesanas, rígidamente jerarquizadas desde las simples aprendices hasta las prostitutas de alto rango (oiran), eran exhibidas tras las celosías de los burdeles cual si de mera mercancía se tratara, quedando atadas a sus respectivas casas por una deuda (miuke) que se suponía saldarían con su trabajo o merced a un patrón que, en un acto de generosidad, la pagara por ellas.

Afortunadamente, los días de Yoshiwara estaban contados, pues la prostitución sería definitivamente ilegalizada en la década de 1950. En los años en que el distrito de placer sirvió de inspiración para Takekurabe, su esplendor ya hacía mucho que había quedado atrás. A pesar de ello, todavía seguía suponiendo un muy lucrativo negocio, tanto en lo que a prostitución se refiere como en cuanto a motor económico de una multitud de familias que basaban su sustento en la infinidad de trabajos que el distrito de placer generaba a su alrededor, pues de él dependían desde tiradores de rickshaws hasta sencillas costureras, trabajadores cuya residencia habitual muchas veces quedaba fijada en el cercano barrio de Daionji-mae.

Ichiyō, sin embargo, no solo encontró inspiración en esta zona, pues cuando las necesidades económicas la obligaron a cerrar la tienda familiar que regentaba y a trasladarse al más humilde Maruyama-Fukuyama, barrio de placer de inferior categoría que Yoshiwara,  este se convertiría en el escenario de otra de sus más afamadas historias, Aguas aciagas (Nigorie, 1895). Reafirmaba así la escritora su ánimo de centrar sus relatos en los más desfavorecidos: personajes femeninos zarandeados por la indefensión. Sin duda, el legado literario de Ichiyō supone una invitación a la reflexión sobre la situación de la mujer en la sociedad Meiji.

shinyoshiwara

 

 

 

LA SINGULAR REALIDAD DE KAJII MOTOJIRŌ

Kajii Motojirô

Kajii Motojirō (1901-1932), escritor bastante desconocido fuera de las fronteras de Japón, desarrolló la mayor parte de su producción literaria a lo largo del principio de la era Shōwa (1926-1989). Su juventud, desordenada y plagada de excesos, se vio definitivamente truncada al contraer tuberculosis, enfermedad bastante extendida en su época y que acarreaba una altísima mortalidad, pues las curaciones eran porcentualmente escasas y se lograban, casi como si de milagros se tratase, a base de reposo y retiros en lugares en los que se respiraba aire puro. En el caso de Kajii, la tuberculosis le fue diagnosticada en 1920 y le condujo a una muerte prematura, tras múltiples crisis y recaídas, a la temprana edad de treinta y un años.

Dado que los relatos de Kajii suelen ser intimistas y narrados en primera persona, habitualmente se encuadra a este autor dentro del movimiento naturalista nipón, si bien su peculiar estilo hace de él un caso excepcional. Cierto es que fue influenciado hasta cierto punto por la ideología socialista y los movimientos izquierdistas de la época, pero, pese a demostrar una inquietud hacia los problemas sociales, sus obras tampoco pueden encasillarse dentro de la literatura proletaria al uso ni dentro de ninguna escuela o corriente literaria concreta. Más bien Kajii experimenta en sus obras, explora posibilidades narrativas capaces de adentrarse en el yo interior y hacerlo aflorar a través de los personajes por él creados, los cuales casi siempre se basan en el propio autor, pues los rasgos autobiográficos son más que evidentes. Así, las narraciones de Kajii, usualmente de breve extensión, reflejan con el prisma particular de su autor una realidad cotidiana distinta, cargada de matices, con sorprendentes contrastes descritos con una exuberante imaginación, destilando fantasía y sensaciones visuales que saturan los sentidos… no obstante, algunas veces esa realidad es también oprimente, asfixiante, oscura; otras, sin embargo, ofrece un rayo de esperanzadora luz capaz de hacer que la pesada existencia del protagonista se sienta, por una vez, liviana.

Entre las más conocidas obras de Kajii encontramos El limón (responsable de que aún a día de hoy se dejen limones en las estanterías de la librería Maruzen en recuerdo de su autor), Bajo los cerezos (relato que empieza con la celebérrima y contundente frase: «¡Bajo los cerezos hay cadáveres enterrados!»), Días de invierno, o Paisaje interior; pero también pequeñas joyas literarias que han permanecido inéditas en español hasta hoy, como En un pueblo con castillo, Ciénaga, En el camino, Flores de Aesculus, Pasado, Tras la nevada, Moscas de invierno, o El pergamino ilustrado de la oscuridad. Todos ellos, relatos que a buen seguro no dejarán indiferente al lector.

 

ALMOHADA DE HIERBA: ENTRE LA “NOVELA-HAIKU” Y EL ENSAYO ESTÉTICO

Natsume_Soseki_National_Diet_Library

Kusamakura, Almohada de hierba (1906), de Natsume Sōseki, debe su nombre al epíteto con el que los clásicos hacían referencia al viaje, “en que se duerme sobre una almohada de hierba». Definida por su propio autor como «novela-haiku» y concebida, por su belleza compositiva, con la notoria intención de regalar los sentidos de aquel que se aventura a su lectura, este insólito y embriagador relato nos traslada al balneario de Oama, cercano a Kumamoto, localidad en donde el propio Sōseki residió durante un tiempo. El único huésped del balneario es el narrador, un joven pintor de treinta años de nombre desconocido, que en su retiro busca encontrar inspiración. No obstante, el artista no logra pintar, pero sí compone haikus, que son contestados en un inesperado duelo poético por Nami, la extraña hija del propietario del establecimiento. Mujer de peculiar personalidad y envuelta en misterio, la hermosa Nami se convertirá en musa del joven pintor, quien pese a sus intentos por inmortalizarla en un retrato, habrá de esperar hasta el último capítulo para lograr captar en Nami el sentimiento de aware, la humanidad que al fin aflora al rostro de la joven al ver partir en busca de fortuna a su antiguo marido al frente bélico de Manchuria, uno de los escenarios donde estaba teniendo lugar la guerra Ruso-japonesa (8 de febrero de 1904-5 de septiembre de 1905).

Los propios protagonistas, así como la peculiar relación que se establece entre ambos, sirven de marco para abordar no solo el ya citado aware (compasión), sino también otros conceptos fundamentales en Sōseki, como el constante conflicto entre ninjō (sentimiento, humanidad) y hi-ninjō (no-sentimiento). Pero no serán estos los únicos temas abordados a lo largo de los trece capítulos que componen Almohada de hierba, pues a través de remembranzas y citas de las principales figuras culturales contemporáneas de todos los ámbitos -reflexiones, en suma, puestas en boca del protagonista en su búsqueda de una utopía inexistente en la realidad y que contraponen la cultura oriental y occidental en un vano intento de alcanzar una tesis determinante-, Kusamakura se convierte en un pequeño ensayo estético-filosófico rebosante de lirismo y romanticismo, convirtiendo esta breve e inusual novela de Sōseki en una de las joyas poéticas más deliciosas del escritor.

 

Fotografía cortesía de la National Diet Library

Fotografía cortesía de la National Diet Library